MEDALLAS, PLACAS Y DIPLOMAS...
Fui salvavidas en mi juventud. No sé cuantas vidas salvé de morir ahogadas. Tuve algunos problemitas con algunos de ellos pero nada que me pusiera realmente en peligro de muerte. A algunos los tuve que golpear fuertemente para que me permitieran salvarlos de morir en el mar... "A algunos, arrebatadlos del fuego del infierno" -dijo Jesús- Y era lo que yo, sin conocer ese texto hacía... Se los arrebataba al agua por K.O.
Pero hubo algo más que me resultaba satisfactorio en aquella época: El reconocimiento. El mundo tiene un sistema de reconocimientos cuando uno se porta bien y hace cosas buenas. Cuando uno es bueno. Sacaron algunas de mis hazañas en los periódicos y revistas de la época. Tengo guardados algunos recortes de prensa y reportajes que hicieron sobre mis logros...Mi deleite era ser reconocido en las playas por la gente que llegaba a veranear y que se tomaran fotos conmigo...
Me converti a Cristo por aquella época. Y empecé también, como antes, a buscar algunos méritos que me hicieran ganador de algunos diplomas y medallas al mérito en mi servicio a Dios. Buscaba el aplauso de los hermanos cuando me tocaba el parqueo de la Iglesia o recoger la ofrenda en el Templo. Trataba de llegar temprano para que me notaran, para que vieran que yo era un buen "servidor" del Señor...
Así que decidí acumular muchas medallas espirituales. Una Biblia especial para los domingos. Manos juntas para orar. Ofrendar más cada vez. Ojos entornados y lágrimas a punto de brotar...Me imaginaba a Dios y sus ángeles imprimiendo diplomas para darmelos a fin de año. Yo servía en mi Iglesia para el grandioso día en que Dios me pondría las medallas al pecho y me daría la bienvenida a su reino eterno, donde yo humildemente podría exhibir mis medallas y diplomas por toda la eternidad...
Pero surgieron algunas preguntas espinosas... Si el Señor salva a las personas buenas, ¿cuán bueno es "bueno? Dios espera integridad en cuanto a lo que hablamos, ¿pero cuánta? ¿Cuál es el porcentaje permitido de exageración, de mentira y falsedad? Busqué entonces las respuestas en la Biblia... Y me encontré con ella: "Cuando te digan que fuiste buen siervo... dí que solo hiciste lo que te mandaron" ¡Adios! diplomas. ¡Adios¡! placas de reconocimiento, adios aplausos, adios fotos de recuerdo...
Este año le pedí a los encargados del diaconado de mi congregación que guardaran todos los diplomas que hemos recibido de parte del Gobierno, de Iglesias y pastores que han reconocido nuestro trabajo. Guardaron medallas al mérito. Diplomas a la virtud. Fotos con personajes públicos y encumbrados... Todo porque reconocí que sigo siendo lo que el Señor dijo que soy: Siervo inútil porque solo he hecho lo que Él ha ordenado...
Sin embargo sigo guardando algunas placas que adornan las paredes de nuestra oficina pastoral. Pero ya no adornan mi corazón. Todas pertenecen al Señor de señores y Rey de reyes... A Él sea la Gloria...
Pero hubo algo más que me resultaba satisfactorio en aquella época: El reconocimiento. El mundo tiene un sistema de reconocimientos cuando uno se porta bien y hace cosas buenas. Cuando uno es bueno. Sacaron algunas de mis hazañas en los periódicos y revistas de la época. Tengo guardados algunos recortes de prensa y reportajes que hicieron sobre mis logros...Mi deleite era ser reconocido en las playas por la gente que llegaba a veranear y que se tomaran fotos conmigo...
Me converti a Cristo por aquella época. Y empecé también, como antes, a buscar algunos méritos que me hicieran ganador de algunos diplomas y medallas al mérito en mi servicio a Dios. Buscaba el aplauso de los hermanos cuando me tocaba el parqueo de la Iglesia o recoger la ofrenda en el Templo. Trataba de llegar temprano para que me notaran, para que vieran que yo era un buen "servidor" del Señor...
Así que decidí acumular muchas medallas espirituales. Una Biblia especial para los domingos. Manos juntas para orar. Ofrendar más cada vez. Ojos entornados y lágrimas a punto de brotar...Me imaginaba a Dios y sus ángeles imprimiendo diplomas para darmelos a fin de año. Yo servía en mi Iglesia para el grandioso día en que Dios me pondría las medallas al pecho y me daría la bienvenida a su reino eterno, donde yo humildemente podría exhibir mis medallas y diplomas por toda la eternidad...
Pero surgieron algunas preguntas espinosas... Si el Señor salva a las personas buenas, ¿cuán bueno es "bueno? Dios espera integridad en cuanto a lo que hablamos, ¿pero cuánta? ¿Cuál es el porcentaje permitido de exageración, de mentira y falsedad? Busqué entonces las respuestas en la Biblia... Y me encontré con ella: "Cuando te digan que fuiste buen siervo... dí que solo hiciste lo que te mandaron" ¡Adios! diplomas. ¡Adios¡! placas de reconocimiento, adios aplausos, adios fotos de recuerdo...
Este año le pedí a los encargados del diaconado de mi congregación que guardaran todos los diplomas que hemos recibido de parte del Gobierno, de Iglesias y pastores que han reconocido nuestro trabajo. Guardaron medallas al mérito. Diplomas a la virtud. Fotos con personajes públicos y encumbrados... Todo porque reconocí que sigo siendo lo que el Señor dijo que soy: Siervo inútil porque solo he hecho lo que Él ha ordenado...
Sin embargo sigo guardando algunas placas que adornan las paredes de nuestra oficina pastoral. Pero ya no adornan mi corazón. Todas pertenecen al Señor de señores y Rey de reyes... A Él sea la Gloria...
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