LOS PIES... (2a. parte)

Jesús no excluyó a ninguno de sus seguidores para lavarles los pies. Si ya les había lavado los corazones ¿qué tiene de raro que también les lave los pies? Como a nosotros...

Hubiera sido lógico que se saltara a Felipe. Fue el que dijo ¡imposible! cuando la gente tenía hambre y Jesús les dijo que les dieran de comer.  Entonces, ¿qué hace Jesús con los que cuestionan sus órdenes? Les lava los pies.

Santiago y Juan presionaron para tener los primeros lugares en el reino. ¿Qué hace Jesús con los que buscan promocionarse usando su Nombre? ¡Les lava los pies! Pedro dejó de confiar en su Maestro en medio de la tormenta e intentó que no fuera a la cruz a cumplir su misión. Lo negó y hasta dijo palabrotas para convencer a la muchacha que no lo conocía. Cuando Jesús lo vio, en vez de buscar el perdón salió corriendo a esconderse de Él... ¿Qué hizo Jesús? Le lavó los pies. Y la rata mentirosa de Judas. Intrigante y codicioso que lo vendió al mejor postor. Ya que no pudo tener un puesto en el reino trató de tener un poco de ganancia vendiendo a su benefactor... ¿Qué hace Jesús con los que lo venden por una copa de licor en estas fechas? ¿Qué hace Jesús con aquellas damas que al calor de un trago se van al motel con su jefe por un par de horas? ¿Qué hace Jesús con el esposo que aprovecha los feriados para darse unas vacaciones en el vicio que tiene escondido?  ¡A todos les lava los pies...! ¡Asombroso!

Si Jesús le lavó los pies a Judas, nosotros tendríamos que lavarle los pies a nuestro propio Judas. A nuestro traidor. A nuestro desadaptado y amargado "yo". El Judas de Jesús se fue con treinta monedas de plata. El nuestro se aleja llevándose la virginidad de la muchacha desprevenida e inocente. El nuestro se lleva la confianza de la esposa que cree en nuestras promesas. El nuestro traiciona la confianza del jefe cuando cree que estamos trabajando y lo engañamos estando en otro lugar con los amigotes.

Si usted como yo creemos que es difícil lavarle los pies a cualquier Judas que se cruce en nuestro camino, veamos nuestros propios pies y los veremos llenos del agua de la Gracia. Del perdón. De la misericordia. Los veremos chorreando el agua de la Palabra que justifica, que cubre las suciedades y callosidades de nuestros pies... Jesús nos ha lavado las partes más mugrientas y hediondas de nuestras vidas...

El sigue tomando la cubeta de agua y la toalla cada día para lavarnos lo que se nos ensucia en el camino diario... Los pies.  ¿Nos ha dado el ejemplo para que hagamos nosotros lo mismo...? ¡Piense en esto!

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