AMARAS A TU PROJIMO... (Parte 1)


Amar es una obligación. Nos guste o no, debemos hacerlo. Es lo que la Biblia exige de todos sus creyentes. Claro, está usted disculpado si no conoce la Biblia sino los poemas del Mío Cid o los cuentos de las Mil y una Noches...
Pero amar es una obligación. Es un deber. Veamos ciertas preguntas...
 ¿Cómo puede “amar” ser una obligación? ¡O amas a alguien o no! ¿Quién escuchó alguna vez sobre legislar una emoción? No es algo que puedes obligar a alguien a hacer. El mismo versículo de la Biblia que nos obliga a amarnos el uno al otro también dice: “No te vengues y no guardes rencor”. ¿Qué tiene que ver vengarse o guardar rencor con amar a nuestro prójimo? ¿Qué hacen estos mandamientos juntos en el mismo versículo? ¿Por qué dice el versículo: “…ama a tu prójimo como a ti mismo?”.
Responder estas preguntas nos dará lo que necesitamos para entender lo que es realmente el amor y cómo podemos adquirirlo. A primera vista, el pensamiento de obligar cualquier emoción parece absurdo, incluso imposible. Exigir que alguien “sienta” algo parece ser completamente contrario a lo que son los sentimientos. Y sin embargo, si Dios nos instruye hacerlo, debe ser posible.
Y lo es. Considera el siguiente ejemplo:
Tienes dos hijos – una niña de 6 y un niño de 9 años de edad. Un día entras a la casa y escuchas gritos. La voz de tu hijo es la más alta, por lo que naturalmente lo convocas primero.  “Hey… ¿Qué es todo este griterío?”. Preguntas.“Odio a mi hermana” es la repuesta. “¡¡¡La odio, la odio, la odio!!!”. “¿Cuál crees que sería tu respuesta a este arranque? “Bueno, puedo entenderlo. Si la odias, la odias. Es un sentimiento, por lo que supongo que está bien. ¿Qué hay para cenar hoy?”.
¡Obvio que no! ¡No harías nada como eso! Probablemente dirías lo que la mayoría de los padres dicen en momentos como ese: “¡No digas eso! ¡Tienes que amar a tu hermana!”. Después de lo cual es muy probable que él diga: “Pero te estoy diciendo sólo la verdad. ¿Quieres que mienta? ¿Cómo puedo amarla? En serio que la odio”.
Y si quisieras preguntar por qué odia a su hermana, puede que escuches: “Porque agarró el pedazo más grande de torta”. O: “Agarró mi borrador sin pedírmelo”. “Movió mi silla” O cualquier otro motivo que siempre existen entre hermanos...
Ahora, si esto dura mucho, es muy probable que pierdas el temperamento. No lo tolerarás. Dirás: “¡¿Es por eso que odias a tu hermana?! ¡Es una tontería! ¡Tienes que amar a tu hermana!”.
No estás simplemente sugiriendo que el hermano ame a su hermana, lo estás exigiendo. Entre hermanos y hermanas, el amor no es algo que es solamente preferible, es algo esperable. Nada en el mundo debería interponerse en el medio de su amor.
Entonces no sólo que exigir amor no es imposible, es algo que la mayoría de nosotros está acostumbrado a hacer todo el tiempo. Más aún, es precisamente cuando aceptamos la obligación de amar a alguien que comenzamos a entender el proceso de cómo amar.
Los padres, aún antes de que nazcan sus hijos, están comprometidos naturalmente a amar a sus hijos, y por lo tanto están determinados a enfocarse principalmente en lo que es bueno sobre su hijo.
Sin embargo, cuando se trata del matrimonio, no nos preparamos para hacer lo que hacemos durante el embarazo de espera de nuestro bebé... No esperamos con ansias de abrazar, de ser tiernos, de ser respetuosos y entregarnos en cuerpo y alma para el bienestar de nuestra pareja. Lo que hacemos con el hijo no lo hacemos con nuestra esposa: Ocuparnos de sus necesidades todo el resto del tiempo que esté a nuestro lado. Viene la ira, el enojo y el divorcio. Usted casi nunca ha escuchado que una madre se divorcie de su hijo porque nunca entendió sus instrucciones. Con paciencia le enseña, lo instruye y lo corrige hasta lograr un cambio en su actitud. ¿Y el esposo? A la vuelta de la esquina se cansa de él. Lo mismo aplica para el hombre que no logra tener la paciencia suficiente, el amor suficiente hacia su esposa como para enseñarle, corregirla e instruírla para poder caminar juntos y en paz el camino que les espera.
El amor entonces, no es un sentimiento. Es una orden. Y una orden bien dicha. Lo dijo el Señor y si El lo dijo, señores y señoras... se puede lograr...

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