AMARAS A TU PROJIMO... (Parte 2)


Ayer empecé este artículo sobre amar al prójimo, cueste lo que cueste. Y no hay excusas para no poder hacerlo. Dios lo ordena y Él da el poder para hacerlo. Hoy le mostraré las claves para lograr amar a su suegra, a su esposa, a su esposo y a su vecino. Incluso a quien se sienta a su lado en la Iglesia... Usted saldrá ganando cuando ponga en práctica lo que yo he aprendido sobre este arte...
Para comenzar a entender esto mejor, contrastemos la definición de amor como es vista por la Biblia versus la visión de amor de la civilización secular. El cristianismo define al amor como: el placer emocional que un ser humano experimenta cuando entiende y se enfoca en las virtudes de otro ser humano. Entonces, la emoción de amar es apabullantemente dependiente de cómo uno mira a la otra persona. Si elegimos enfocarnos en las virtudes de una persona, entonces la amaremos. Si elegimos enfocarnos en sus deficiencias, nos desagradará.
Eso fue lo que Pablo nos enseña en su carta. ¿Hay algo bueno en él? ¿Hay algo bueno en ella? En eso piensen...
Esto explica cómo la Palabra de Dios puede obligarnos a amar a alguien. La forma en la que elegimos ver a otra persona está completamente bajo nuestro control. Para lograr llegar al entendimiento de amor, la Biblia nos obliga a enfocarnos en las virtudes de las otras personas. Por extensión, los amaremos. Y cuanto más íntimamente conocemos a alguien y a sus virtudes, más profundo será nuestro amor. La cultura del mundo, por el otro lado, está muy influenciada por las ideologías seculares, en este caso el concepto griego del amor – Cupido. Sabes la historia. Cupido revolotea con sus alas, le dispara a un hombre y a una mujer con una flecha, ¡y listo! – están enamorados. Pero como ya escribí sobre esto... es falacia pura. Es amor espurio. Depende de las flechas de este diocesito griego...
Este concepto del amor domina el mundo secular. Nos engaña, haciéndonos creer que el amor es un “suceso” místico. No te esfuerzas para amar a la gente. Simplemente pasa o no. Románticamente le llamamos... "amor a primera vista". ¡Cuidado! Peligro a la vista
En la conciencia del mundo, el amor es un golpe del “destino”. No hay una explicación lógica. No hay un esfuerzo involucrado. El amor no está basado en compromiso ni en ningún entendimiento profundo de la persona que amas. Con razón hay tanto divorcio incluso entre los creyentes.
Por otro lado, la perspectiva cristiana consiste en que el amor está basado en el entendimiento y en la apreciación de las virtudes de la otra persona. Cuando la gente está verdaderamente comprometida a enfocarse en las virtudes de la otra persona, el amor no es una “casualidad”. Esta es la razón por la cual tan poca gente abandona a sus hijos.
Pregúntale a un padre: “¿Alguna vez tus hijos te han mantenido despierto toda la noche, gritando y tosiendo, y volviéndote loco? “Sí”. “¿Alguna vez has perdido el control y has pensado: ‘quisiera estrangular a este monstruo’?”. “Bueno, ocasionalmente, ha pasado, soy humano”. “¿Todavía amas a tus hijos?”. “Por supuesto que amo a mis hijos”.
Si tan solo pudiésemos llevar ese mismo compromiso a nuestros matrimonios y amistades, estaríamos mucho mejor. El esposo que ve en su esposa virtudes y no defectos tiene un buen trecho ganado y le será mucho más fácil amarla y respetarla que el resto de los hombres del mundo. La esposa que ve en su hombre virtudes dignas de respeto y admiración, hará que ella se una a él con más ternura y amor que cualquier otra mujer del vecindario que no conoce al Señor.
No dejamos de cuidar a nuestra pareja porque nos molesta. No se “enciende casualmente nuestro amor” por nuestros cónyuges, porque entendemos que amar a nuestras parejas no es sólo un “suceso”. Es una responsabilidad que aceptamos desde el momento en que la conocemos y observamos sus "cosas" buenas. Conocemos sus virtudes porque como esposos aceptamos la obligación de amarlas a pesar de la incomodidad.

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