Y DEJANDOLO TODO...
¿Realmente Pedro lo dejó todo por seguir a Jesús? Lucas dice que sí. Lea la porción que él escribió en el capítulo 5, verso 11 y verá lo que dice: "Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron". Eran Pedro y su cooperativa...
Suena bonito. Hermoso gesto de dejar todo por seguir al Maestro. Como yo creí que lo había hecho hace ya treinticuatro años. Me engañé, como Pedro. Creímos ambos que estábamos siendo sinceros...
Porque Juan 21:3 nos saca del error. Pedro no había dejado todo. Es más... no había dejado nada. Porque en cuanto Jesús desaparece de su vista, regresa a su bodega, saca su barca, le pone las velas, toma sus redes y a su misma cooperativa y Juan nos lo cuenta: "Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo..."
Tres años y medio caminando con Jesús. Viendo milagros. Comiendo de Su Mano. Participando del Poder que emanaba del Señor. Vio cuando sanó a su suegra. La vio levantarse sin fiebre y servirles...
Pero Jesús ya no está. Es decir, está en la tumba. Por lo menos eso cree Pedro y eso lo pone en una situación parecida a la nuestra...
Cuando vamos a la Iglesia, creemos que Jesús está allí. En el edificio. Allí le cantamos, lo adoramos, le hablamos y le confiamos nuestras necesidades. Vemos cuando hace llorar al más seco. Vemos cuando hace temblar de emoción al más duro. Vemos cuando derrama su Presencia a traves de la alabanza. Vemos cuando impacta la fe de otras personas. Y nos gozamos. Y nos alegramos. Todo está bien. Jesús está aquí, pide lo que quieras... Hay un gozo que yo siento en mi alma y solo Cristo me lo pudo dar...
Pero salimos del templo. Es lunes. Se acabaron los cantos. Se acabaron los milagros. Se acabaron los aplausos de emoción. Se acabó el gozo que me dio Jesús ayer domingo. Ya no está aquí para que le pida lo que quiera... No. ahora tengo que sacar mi barca, ponerle las velas, sacar mis redes e irme a pescar. Tengo que hacer algo por mí mismo porque Jesús ya no está entre nosotros. Ahora solo me queda mi oficio. Lo que sé hacer. Lo que siempre hacía antes de encontrarme con Jesús... Me voy a pescar. De lunes a sábado. Quizá el próximo domingo vuelva al templo y nuevamente sentiré el gozo que Jesús me puede dar. Pero solo para esas dos horas del culto.
¿El resto de la semana...? Debo pescar, pastor, debo pescar... Si no... ¿De qué comemos?
Y mi esposa agregó algo para las mujeres...
Suena bonito. Hermoso gesto de dejar todo por seguir al Maestro. Como yo creí que lo había hecho hace ya treinticuatro años. Me engañé, como Pedro. Creímos ambos que estábamos siendo sinceros...
Porque Juan 21:3 nos saca del error. Pedro no había dejado todo. Es más... no había dejado nada. Porque en cuanto Jesús desaparece de su vista, regresa a su bodega, saca su barca, le pone las velas, toma sus redes y a su misma cooperativa y Juan nos lo cuenta: "Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo..."
Tres años y medio caminando con Jesús. Viendo milagros. Comiendo de Su Mano. Participando del Poder que emanaba del Señor. Vio cuando sanó a su suegra. La vio levantarse sin fiebre y servirles...
Pero Jesús ya no está. Es decir, está en la tumba. Por lo menos eso cree Pedro y eso lo pone en una situación parecida a la nuestra...
Cuando vamos a la Iglesia, creemos que Jesús está allí. En el edificio. Allí le cantamos, lo adoramos, le hablamos y le confiamos nuestras necesidades. Vemos cuando hace llorar al más seco. Vemos cuando hace temblar de emoción al más duro. Vemos cuando derrama su Presencia a traves de la alabanza. Vemos cuando impacta la fe de otras personas. Y nos gozamos. Y nos alegramos. Todo está bien. Jesús está aquí, pide lo que quieras... Hay un gozo que yo siento en mi alma y solo Cristo me lo pudo dar...
Pero salimos del templo. Es lunes. Se acabaron los cantos. Se acabaron los milagros. Se acabaron los aplausos de emoción. Se acabó el gozo que me dio Jesús ayer domingo. Ya no está aquí para que le pida lo que quiera... No. ahora tengo que sacar mi barca, ponerle las velas, sacar mis redes e irme a pescar. Tengo que hacer algo por mí mismo porque Jesús ya no está entre nosotros. Ahora solo me queda mi oficio. Lo que sé hacer. Lo que siempre hacía antes de encontrarme con Jesús... Me voy a pescar. De lunes a sábado. Quizá el próximo domingo vuelva al templo y nuevamente sentiré el gozo que Jesús me puede dar. Pero solo para esas dos horas del culto.
¿El resto de la semana...? Debo pescar, pastor, debo pescar... Si no... ¿De qué comemos?
Y mi esposa agregó algo para las mujeres...
"Y nosotras las mujeres, que barca usamos durante la semana? Lo que gana mi esposo no alcanza, Señor yo te creo, pero veré "que hago" para la comida, "tengo que ayudar a mi esposo", ayudar? ayudar? Bueno si realmente quisiéramos ayudar a nuestro esposo nos humillaríamos ante Dios el Proveedor, para que prospere a nuestros esposos, las mujeres también culpamos cuando nuestros esposos regresan a pescar, son nuestras constantes quejas y exigencias que hacen que ellos no encuentren más opción que "ir a pescar".
¿Usarás tu barca y tus redes mujer, o tomarás la medida de fe que Dios ya te dio para edificar tu casa?
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