¿ME AMAS MAS QUE ESTOS...?

Gente haciendo fila en los bancos para cobrar su cheque...
Gente haciendo fila en los supermercados para cancelar sus compras del mes...
Gente haciendo huelgas para exigir aumento de salarios...
Gente haciendo fila en el Seguro Social para conseguir un poco de medicina...
Gente haciendo fila para que les regalen algo para pasar el invierno...

Pero no hacen fila para entrar a los Templos a adorar a Dios.

Y es porque nuestros corazones se han endurecido tanto, hemos sido engullidos por la sociedad de consumo, hemos sido enmarcados en los paradigmas que el mundo ha marcado para la raza humana que ya no nos acordamos que hay Alguien que está esperando por nosotros. Para sanarnos. Para proveernos lo necesario. Para darnos la paz que tanto buscamos en la parafernalia de lo social y lo plástico...

Eso le sucedió a Pedro. ¡Otra vez Pedro!. Pero es que no acabo de aprender de él. Es un magnífico espejo donde puedo ver mis propias fallas. Donde puedo verme reflejado y en donde puedo también, ver a Jesús, obrando, cocinando un pez para darmelo de desayuno, puedo ver a Jesús encendiendo el fuego de la esperanza para mi vida, para darme calor, para secarme las lágrimas por esos tres infames días que pasé por culpa del pecado que me traicionó y que me hizo negarlo. No en el patio del Sumo Sacerdote sino en los patios de mi corazón...

Han terminado el desayuno. ¡Qué amor! ¿no le parece? Primero desayunemos Pedro, después arreglamos cuentas. Primero comamos y luego hablamos. Ahorita no es momento para reclamos. No es momento para amargarnos el privilegio de sentarnos a la mesa... Muy al contrario de muchos de nosotros que es precisamente el momento que escogemos para discutir, para dirimir nuestras diferencias, para tirarnos, como se dice, los platos a la cara y salir avergonzados a media comida a escondernos en las rocas de la playa del rencor y el odio...

¡Buen provecho, señores! creo que dice Jesús. Apaguen las brazas y recojan las sobras... Mira a Pedro y le hace una seña. Quiere caminar con él un poquito. Pedro ha estado huyendo de Jesús a causa de su pecado. Se escondió en el mar. Pensó que allí no lo iba a encontrar el Maestro... Se equivocó. Lo dijo David: ¿A donde me iré de tu Presencia? Pedro creyó ser más listo que el Señor...

Jesús le pone un brazo sobre el hombro en señal de amistad y, muy quedamente le suelta la pregunta: ¿Me amas más que estos pescados? ¿Me amas más que a tus redes? ¿más que a tu estómago? ¿ más que a tus joyas? ¿más que a tus títulos? ¿Más que a tus hijos? ¿Más que a tu deporte? ¿Me amas realmente Pedro...?

Usted sabe el resto. En mi artículo anterior lo expresé a mi manera.

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