CONVIRTIENDO LAS PIEDRAS EN PERLAS...
Los que conocen de esto dicen que cuando las ostras abren su concha para ingerir las partículas nutritivas del mar, de pronto ingresa un grano de arena. Como ellas no pueden escupir, segregan una sustancia llamada nácar que la recubre y se forma de esta manera la perla...
Un divorcio. Una enfermedad. Una calamidad. Un robo. Una insultada. Un engaño. Una traición... Una decepción...
Son todos granos de arena que llegaron a nuestras vidas. No los esperábamos. Estábamos de lo más tranquilos cuando de repente... ¡Pummm! nos entró algo en el corazón. Y nos dolió. Se quedó clavado como un estilete que nos hizo sangrar de angustia, de dolor o de soledad...
¿Qué hacer ante semejante situación? ¿Qué haría Jesús en este caso? El estaba cenando con sus amigos, no habían terminado la cena cuando un momento después lo estaban traicionando. Está en el Monte de los Olivos sufriendo su agonía antes de ir a la cruz y sus amigos se duermen como unos benditos. No lo acompañaron en su tristeza... Está clavado en el madero y ni uno solo de sus compañeros de jornada estuvieron al pie del madero, por lo menos, para hacerle sentir que no estaba solo...
Granos de arena en un corazón amante. Como el de la madre que espera en vano que aparezca el hijo mal agradecido que se fue al vicio. Como la esposa abnegada que espera al esposo a que le lleve su regalo de cumpleaños y ya no volvió más a su lado... Como el pastor que entrega su vida por su congregación y por un pequeño error lo abandonan y ya no creen más en él. Como la muchacha que confió en el que le prometió matrimonio y la lleva a la cama antes de tiempo y luego la abandona...
¿Cómo convertir esos dolorosos granos de arena en perlas entonces?
Solo hay una manera. La manera de Jesús: "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen..."
Esos granos convertidos en perlas son lo que nos dan el valor de ser hombres y mujeres que saben amar a pesar de las circunstancias, a pesar de las traiciones, a pesar de los abandonos. A pesar de la puñalada trapera...
Así que si usted está segregando nácar en su interior... si está derramando lágrimas de impotencia, de cólera y de dolor, usted está convirtiendo un grano de ingratitud en una perla. Usted muy pronto será rico o rica en obras... Siga adelante y no permita que ese grano de arena irrite su vida, irrite su fe y su corazón... Después de eso sonreirá y nadie entenderá cómo puede hacerlo después de lo que le hicieron...
Un divorcio. Una enfermedad. Una calamidad. Un robo. Una insultada. Un engaño. Una traición... Una decepción...
Son todos granos de arena que llegaron a nuestras vidas. No los esperábamos. Estábamos de lo más tranquilos cuando de repente... ¡Pummm! nos entró algo en el corazón. Y nos dolió. Se quedó clavado como un estilete que nos hizo sangrar de angustia, de dolor o de soledad...
¿Qué hacer ante semejante situación? ¿Qué haría Jesús en este caso? El estaba cenando con sus amigos, no habían terminado la cena cuando un momento después lo estaban traicionando. Está en el Monte de los Olivos sufriendo su agonía antes de ir a la cruz y sus amigos se duermen como unos benditos. No lo acompañaron en su tristeza... Está clavado en el madero y ni uno solo de sus compañeros de jornada estuvieron al pie del madero, por lo menos, para hacerle sentir que no estaba solo...
Granos de arena en un corazón amante. Como el de la madre que espera en vano que aparezca el hijo mal agradecido que se fue al vicio. Como la esposa abnegada que espera al esposo a que le lleve su regalo de cumpleaños y ya no volvió más a su lado... Como el pastor que entrega su vida por su congregación y por un pequeño error lo abandonan y ya no creen más en él. Como la muchacha que confió en el que le prometió matrimonio y la lleva a la cama antes de tiempo y luego la abandona...
¿Cómo convertir esos dolorosos granos de arena en perlas entonces?
Solo hay una manera. La manera de Jesús: "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen..."
Esos granos convertidos en perlas son lo que nos dan el valor de ser hombres y mujeres que saben amar a pesar de las circunstancias, a pesar de las traiciones, a pesar de los abandonos. A pesar de la puñalada trapera...
Así que si usted está segregando nácar en su interior... si está derramando lágrimas de impotencia, de cólera y de dolor, usted está convirtiendo un grano de ingratitud en una perla. Usted muy pronto será rico o rica en obras... Siga adelante y no permita que ese grano de arena irrite su vida, irrite su fe y su corazón... Después de eso sonreirá y nadie entenderá cómo puede hacerlo después de lo que le hicieron...
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