ADAN Y JUDAS

¿Por qué los junta, pastor?
Entre ellos no hay parangón alguno.
Adán es el padre de la raza humana y no tiene nada que ver con Judas...

Eso es correcto. No lo voy a discutir aquí. Lo que voy a tratar es su acción.

Adán pecó y se escondió de Dios.
Judas pecó y se escondió de Dios...

Adán se escondió entre los árboles del Huerto.
Judas se escondió ahorcándose...

¿Quién de los dos se enfrentó a su pecado? ¿Qué hubiera sucedido si Adán pide perdón y reconoce que le había fallado a Dios obedeciendo a Satanás? ¿Qué hubiera sucedido? Todos sabemos que Dios lo hubiera perdonado. Pero no lo hizo.

¿Qué hubiera sucedido si Judas pide perdón y reconoce que obedeció más a su impulso traidor que a su Amigo Jesús? Jesús lo hubiera perdonado. Pero prefirió el lazo antes que humillarse...

Aquí está la simbiosis. Ambos se portaron como hombres de barro y polvo. Al igual que muchos de nosotros...

¿Qué hiciste Adán? ¡La mujer que me diste, ella tuvo la culpa!
¿Qué hiciste Judas? ¡No eras lo que creí, Jesús! Es decir, ninguno de los dos tuvo nada que ver con lo que sucedió. Cada uno de ellos le echó la culpa a otro. Adán a Eva... Judas a Jesús... ¿Y nosotros?

Presté dinero, Jesús, porque el sueldo no me alcanza.
Me busqué otro hombre, Jesús, porque el que me diste no me satisface.
Caí en adulterio, Jesús, porque la mujer que me diste no me sirve.
Me fui de la casa, Señor, porque mis papás no me dan libertad...
Abandoné la congregación, Señor, porque todos me miraban feo.
No salgo de deudas, Jesús, porque tú no me das suficiente...
Abandoné mi familia Señor, para buscar el sustento y ya ves lo que pasó...
Es que el gobierno no me da casa, Señor, por eso tomé ese terreno ajeno...
No te diezmo Señor, porque no me alcanza. ¿Qué quieres que haga?

Adán y Judas. Se repite la historia. En ambos casos, la víctima fueron ellos y el victimario fue Dios. Corrijo: Adán, Judas, usted y yo... ¿Cuándo vamos a aprender lo que dice Santiago? Nadie peca sino de su propio corazón. Nadie me puede obligar a hacer lo contrario a la Palabra de Dios. Nadie puede torcerme el brazo para ir en contra de sus ordenanzas. Ya lo dijo Pablo: El problema no está afuera, Señor, el problema está dentro de mi.

La diferencia entre Adán, Judas y Pablo, fue que éste último reconoció que el Poder para vencer cualquier situación está en Jesús, el Vencedor de la Cruz, el Verdadero Victorioso, el que arrebató el poder que el diablo tenía sobre nosotros y se llevó cautiva la cautividad... Ahora somos capaces de decir entonces... ¡Perdóname, Señor!  Porque cuando eso hacemos, ya no hay necesidad de escondernos detrás de ningún árbol, de recurrir a los lazos que nos ahorcan ni de culpar a nadie más que a nosotros mismos. Y conseguiremos el perdón y seremos verdaderamente libres...

¿No le parece?

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