¿Y SU FAMILIA...? ESTO VA A DOLER...
Doloroso. Penoso. Quizá hasta vergonzoso. Pero así es la Biblia. No esconde los errores de sus héroes. Y ella misma dice que es para enseñarnos y advertirnos lo que vendrá sobre nosotros si hacemos lo que los antiguos hicieron...
Esto va a doler. Y yo no me escaparé de sentir un cosquilleo en mis entrañas por lo que voy a escribir. Talvéz escribiré de mí mismo. Bien dicen los expertos: Cuando uno escribe, siempre hay algo de uno que se pone en tinta. De alguna manera escribimos nuestra propia historia, solo que en tercera persona...
Allí les va.
"El rey David era ya viejo, entrado en días y lo cubrían de ropas pero no entraba en calor. Entonces sus siervos le dijeron: Que se busque para mi señor el rey una doncella para que atienda al rey y sea quien lo cuide, que ella se acueste en su seno y entrará en calor mi señor el rey". 1 Reyes, 1:1-2
Podríamos decir que la intención de sus siervos es muy loable. Aman a su rey, lo cuidan y están tratando de que sus últimos días sean los más agradables para él. Se dan cuenta que está solo. Tiene frío y necesita el calor de alguien... De alguien... de alguien...
¿Y donde está su esposa? ¿Donde están sus hijos? ¿Por qué no hay nadie de su familia al lado de su cama? ¿Cómo es que este viejo guerrero rey en sus últimos días está solo? ¿Cómo es que en lugar de que sus hijos y su esposa le den calor, amor, protección y cuidados, lo hagan sus sirvientes?
Irónico... ¿Cierto?
Es que hemos estado tan ocupados cuidando viñas ajenas que no supimos cuidar la nuestra. Las pequeñas zorras nos comieron las raíces de nuestro hogar. Las raíces de nuestra familia. Y en nuestra "vejez" empezamos a notar la soledad que eso conlleva. Abandonamos a nuestro cónyuge por buscar nuestro bienestar. Asfixiamos a nuestros hijos por exigirles perfección. Ahorcamos a nuestro cónyuge para que lleve más dinero a la casa a costa de su salud. Ahogamos a nuestra familia por el mal carácter, por los arrebatos de cólera, por las reacciones hepáticas, por las exigencias de que no nos ensucien el piso después de trapear, que no nos pidan más de lo que podemos darles, si quieren comer, que coman lo que hay, no estoy dispuesta a darles gusto, si ella quiere salir que lo haga sola porque no tengo tiempo para visitas inútiles, si le duele la espalda que se eche pomada como pueda porque mi programa está muy interesante... Si tiene frío que vea quién lo calienta, o quién le da calor... Yo estoy muy ocupada para hacerlo...
Qué dolor para este ascendiente de su Majestad el Rey Jesús. En sus últimos días no hubo ni uno solo de sus hijos que le cubriera sus pies y le calentara su lecho. Qué dolor que aún su esposa a quien decía haber amado aún a costa de la vida de su primogénito que murió a causa de su aventura con ella no esté a su lado, sino esperando que le den el trono a su hijo Salomón...
Pero no nos culpemos. Dios siempre nos pondrá a su lado cuando todo haya acabado. Y, siempre habrá alguien que se ocupe de decirnos... "Feliz cumpleaños". Nunca nos dejará solos... ni con frío...
Esto va a doler. Y yo no me escaparé de sentir un cosquilleo en mis entrañas por lo que voy a escribir. Talvéz escribiré de mí mismo. Bien dicen los expertos: Cuando uno escribe, siempre hay algo de uno que se pone en tinta. De alguna manera escribimos nuestra propia historia, solo que en tercera persona...
Allí les va.
"El rey David era ya viejo, entrado en días y lo cubrían de ropas pero no entraba en calor. Entonces sus siervos le dijeron: Que se busque para mi señor el rey una doncella para que atienda al rey y sea quien lo cuide, que ella se acueste en su seno y entrará en calor mi señor el rey". 1 Reyes, 1:1-2
Podríamos decir que la intención de sus siervos es muy loable. Aman a su rey, lo cuidan y están tratando de que sus últimos días sean los más agradables para él. Se dan cuenta que está solo. Tiene frío y necesita el calor de alguien... De alguien... de alguien...
¿Y donde está su esposa? ¿Donde están sus hijos? ¿Por qué no hay nadie de su familia al lado de su cama? ¿Cómo es que este viejo guerrero rey en sus últimos días está solo? ¿Cómo es que en lugar de que sus hijos y su esposa le den calor, amor, protección y cuidados, lo hagan sus sirvientes?
Irónico... ¿Cierto?
Es que hemos estado tan ocupados cuidando viñas ajenas que no supimos cuidar la nuestra. Las pequeñas zorras nos comieron las raíces de nuestro hogar. Las raíces de nuestra familia. Y en nuestra "vejez" empezamos a notar la soledad que eso conlleva. Abandonamos a nuestro cónyuge por buscar nuestro bienestar. Asfixiamos a nuestros hijos por exigirles perfección. Ahorcamos a nuestro cónyuge para que lleve más dinero a la casa a costa de su salud. Ahogamos a nuestra familia por el mal carácter, por los arrebatos de cólera, por las reacciones hepáticas, por las exigencias de que no nos ensucien el piso después de trapear, que no nos pidan más de lo que podemos darles, si quieren comer, que coman lo que hay, no estoy dispuesta a darles gusto, si ella quiere salir que lo haga sola porque no tengo tiempo para visitas inútiles, si le duele la espalda que se eche pomada como pueda porque mi programa está muy interesante... Si tiene frío que vea quién lo calienta, o quién le da calor... Yo estoy muy ocupada para hacerlo...
Qué dolor para este ascendiente de su Majestad el Rey Jesús. En sus últimos días no hubo ni uno solo de sus hijos que le cubriera sus pies y le calentara su lecho. Qué dolor que aún su esposa a quien decía haber amado aún a costa de la vida de su primogénito que murió a causa de su aventura con ella no esté a su lado, sino esperando que le den el trono a su hijo Salomón...
Pero no nos culpemos. Dios siempre nos pondrá a su lado cuando todo haya acabado. Y, siempre habrá alguien que se ocupe de decirnos... "Feliz cumpleaños". Nunca nos dejará solos... ni con frío...
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