¡S O R P R E N D E N T E¡
...Los directivos de una casa publicadora tratan de averiguar por qué nadie notó que uno de sus empleados llevaba cinco días muerto sentado en su escritorio, sin que nadie se acercara a preguntarle si se sentía bien.
George Smith de 51 años, quien había sido empleado durane treinta años como corrector de pruebas en una empresa de Nueva York, tuvo un ataque al corazón en la oficina abierta que compartía con otros 30 empleados.
El hombre falleció silenciosamente el lunes pero nadie lo notó hasta el sábado por la mañana cuando un encargado de la limpieza le preguntó porque seguía trabajando el fin de semana...
El suceso genera dos preguntas: ¿Podría realmente suceder algo así? ¿Acaso un muerto podría pasar por un vivo? En segundo lugar: ¿Podría sucederle a cualquiera de nosotros? ¿Podría nuestra existencia carecer de vida, emoción y alegría a tal punto que podríamos morir y nadie se percataría?
Cuando veo a alguien en la bocacalle pidiendo que lo dejen entrar al carril de la avenida y nadie lo ve, creo que sí. Cuando veo que en la esquina hay un limpiavidrios a quien nadie le da una limosna, creo que sí. Cuando veo en mi congregación gente que entra y sale sin que nadie los note... creo que sí. Cuando voy al supermercado y la cajera me cobra los artículos sin siquiera verme a los ojos, creo que sí...
Estamos viviendo la era del consumismo. Todos nos consumen. Nos consumen energía, vida, amistad y calor. Nos consumen compañerismo, nos consumen las pocas fuerzas que nos quedan, nos consumen nuestra fe...
Si no nos cuidamos a nosotros mismos, podríamos estar en el caso del empleado que anoté arriba. Amaneceríamos muertos en nuestra cama y seguramente nadie se daría cuenta.
Por eso es importante mi blog. Porque ya hay gente que espera leerme cada día, gente que está atenta a lo que el Señor me inspira para darles aliento y nuevas esperanzas a aquellos que están por morir, a aquellos a quienes están a punto de perder la fe en los demás, la fe en ellos mismos y en Dios.
Debemos buscar algo que nos motive. Algún llamado que traiga energía a nuestra existencia, convicción y dirección a nuestros pasos. Nada le da mayor oportunidad a cada día que una buena dosis de pasión. Pasión por servir a alguien, pasión por inyectarle esperanza al desesperanzado, levantar al caído, sanar a algún herido.
No puedo ni debo permitirme irme a la cama esta noche sin saber que fui útil a alguien. No importa en qué parte del mundo se encuentre, no importa en qué país viva, no importa su clase social... quiero irme a la cama sabiendo que inyecté de fe a alguien que estaba por morir sentado en el escritorio de su fracaso, en el escritorio de su dolor, en el escritorio de su aparente abandono...
Eso me motiva cada día. Recibir correos en donde me dicen que les di algo de esperanza, que mantuve su fe encendida, que no se apagó la llama de su esperanza...
George Smith de 51 años, quien había sido empleado durane treinta años como corrector de pruebas en una empresa de Nueva York, tuvo un ataque al corazón en la oficina abierta que compartía con otros 30 empleados.
El hombre falleció silenciosamente el lunes pero nadie lo notó hasta el sábado por la mañana cuando un encargado de la limpieza le preguntó porque seguía trabajando el fin de semana...
El suceso genera dos preguntas: ¿Podría realmente suceder algo así? ¿Acaso un muerto podría pasar por un vivo? En segundo lugar: ¿Podría sucederle a cualquiera de nosotros? ¿Podría nuestra existencia carecer de vida, emoción y alegría a tal punto que podríamos morir y nadie se percataría?
Cuando veo a alguien en la bocacalle pidiendo que lo dejen entrar al carril de la avenida y nadie lo ve, creo que sí. Cuando veo que en la esquina hay un limpiavidrios a quien nadie le da una limosna, creo que sí. Cuando veo en mi congregación gente que entra y sale sin que nadie los note... creo que sí. Cuando voy al supermercado y la cajera me cobra los artículos sin siquiera verme a los ojos, creo que sí...
Estamos viviendo la era del consumismo. Todos nos consumen. Nos consumen energía, vida, amistad y calor. Nos consumen compañerismo, nos consumen las pocas fuerzas que nos quedan, nos consumen nuestra fe...
Si no nos cuidamos a nosotros mismos, podríamos estar en el caso del empleado que anoté arriba. Amaneceríamos muertos en nuestra cama y seguramente nadie se daría cuenta.
Por eso es importante mi blog. Porque ya hay gente que espera leerme cada día, gente que está atenta a lo que el Señor me inspira para darles aliento y nuevas esperanzas a aquellos que están por morir, a aquellos a quienes están a punto de perder la fe en los demás, la fe en ellos mismos y en Dios.
Debemos buscar algo que nos motive. Algún llamado que traiga energía a nuestra existencia, convicción y dirección a nuestros pasos. Nada le da mayor oportunidad a cada día que una buena dosis de pasión. Pasión por servir a alguien, pasión por inyectarle esperanza al desesperanzado, levantar al caído, sanar a algún herido.
No puedo ni debo permitirme irme a la cama esta noche sin saber que fui útil a alguien. No importa en qué parte del mundo se encuentre, no importa en qué país viva, no importa su clase social... quiero irme a la cama sabiendo que inyecté de fe a alguien que estaba por morir sentado en el escritorio de su fracaso, en el escritorio de su dolor, en el escritorio de su aparente abandono...
Eso me motiva cada día. Recibir correos en donde me dicen que les di algo de esperanza, que mantuve su fe encendida, que no se apagó la llama de su esperanza...
QUE BUENA REFLEXION PARA AQUELLOS QUE DIA A DIA ESPERAMOS UN ALIENTO, UN SOPLO DE VIDA A TRAVES DE LA PALABRA DE DIOS... GRACIAS PASTOR POR ESA PASION POR CADA UNO DE NOSOTROS Y POR CREER QUE PODEMOS SER MEJORES...
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