PRUEBA DE ESFUERZO

Desde hace unos seis años he estado bajo chequeo médico para cuidar mi salud arterial.

El cardiólogo que me cuida es un Doctor muy exigente. Gómez Hecht. Cuando se acerca el mes de septiembre empiezo a sentir ansiedad. Se acerca mi cita anual con la caminadora de banda sin fin. Una vez al año me somete a pruebas de esfuerzo. Me saca el jugo, como decimos en Guatemala. No se anda con miramientos ni con misericordias. No, Carlos, tengo que llevarlo al máximo para asegurarme que su corazón están en perfectas condiciones, así que prepárese... Le veré sus arterias y su sistema respiratorio. Paso el año preparándome para esa media hora del mes de septiembre. Camino todos los días, hago ejercicios y como lo mejor que puedo. No debo pasar de ciertas libras de peso porque ya sé lo que me dirá: Está obeso, Carlos, está obeso... Esa palabrita duele. Así que me preparo.

Me conectan a una serie de cables y éstos a su vez, están conectados a una computadora que me tomará el tiempo y la resistencia se registrará en una hoja de papel que solo el Dr. sabe leer. Me hará caminar cinco series de cinco minutos cada una, con descansos de un minuto. Empezando suavemente y luego irá inclinando la máquina para obligarme a subir una empinada cuesta a medida que aumenta la velocidad. Me pregunta: ¿seguimos? Yo le respondo: Sigamos.

Siempre le aguanto el reto. Gracias a Dios. Cuando terminamos, solo me dice: Está bien Carlos, su corazón está perfecto, sus arterias están limpias de colesterol y no hay tapones que pongan en riesgo su salud. Lo veré el año entrante. Me envía a la ventanilla de la entrada para cancelar una fuerte cantidad de dólares por esos treinta minutos de sudor, esfuerzo y agonía... Pero salgo contento. Satisfecho de haber pasado la prueba. Salgo dispuesto a prepararme para el año próximo...

El Médico Perfecto, el Señor Jesús también nos somete a una prueba de esfuerzo pero no en una máquina conectada a una computadora. Él nos somete a una prueba diaria. Nos conecta a  hombres y mujeres para que prueben como está nuestro corazón, nuestra fe, nuestro crecimiento espiritual. Nos pone en la maquinaria de la escasez  para saber como estamos de fe. Nos pone gente áspera y ruda para saber cómo está nuestra tolerancia al prójimo. Nos pone choferes abusivos para saber cómo está nuestra paciencia. Nos cierra puertas para saber cómo está nuestra confianza en Él... Al igual que el Dr. Gómez, mi cardiólogo, el Señor también nos conecta con la banda sin fin del día para probar nuestra resistencia al dolor, a la soledad, al llanto, a la desesperación, a la angustia, a la duda, a la tristeza...

Y así como me preparo durante un año para esa bendita prueba, debo prepararme cada madrugada para mi cita con mi Cardiólogo Santo, el Señor Jesús, para no salir avergonzado de mi prueba diaria. Quiero escuchar cada noche sus palabras diciéndome... estás bien, hijo, estás bien. Sigue cuidándote para no reprobar la prueba... te veré, no el año entrante... te veré mañana...

¿Estás listo para hoy? ¿Estás preparándote para mañana...?

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