PIENSE EN ESTO...

Alguien dijo alguna vez que el lugar más oscuro de un faro es siempre su base...

Lo mismo puede decirse de nuestras familias.

Un pastor o un líder cristiano proyectan un resplandeciente haz de luz al horizonte, advirtiendo a los barcos que pasan sobre aguas peligrosas... mientras que la basura se acumula en la casa, mientras el techo gotea cada invierno, mientras la esposa se cansa de esperar a que la inviten a tomar un café, mientras la hija cumple quince años y se busca un compañero de hogar...

Así es con usted, mi amigo pastor o líder, a menos que luche por mantener su luz encendida en su propia vida y su hogar.

Luche tan ferozmente como Nehemías instó a sus hombres a luchar cuando los enemigos de Dios y de Israel buscaron destruir la obra de reconstrucción de la nación...

¿Por qué escribo esto? Yo también soy pastor de una vibrante y preciosa congregación, pero un día, luego de años de ministerio diré adios, empacaré mis valijas y con muchas lágrimas saldré de la iglesia...

Pero cuando me vaya de la iglesia, hay un solo lugar al que podré ir.

Mi casa. Mi hogar.

Si fracasamos en la construcción de esa base hogareña, no tendremos adónde ir cuando nuestros días de ministerio terminen. Llegaremos a la puerta de nuestra casa con nuestras cajas llenas de libros y anotaciones, y no tendremos un lugar al cual entrar, excepto fragmentos de los errores del ayer al haber puesto el trabajo, ministerio o carrera por delante de todo lo demás...

¡Pronto! Restablezca la preeminencia de la familia. Demasiadas personas han sacrificado la armonía conyugal y de la familia en el altar del éxito...

No vale la pena.

Esto es un hecho. Cualquiera puede predicar y quizá mejor que yo. Cualquiera puede dirigir el ministerio, quizá mejor que yo. Cualquiera puede levantar la iglesia, quizá mejor que yo... pero nadie puede ocupar mi lugar en la vida de mi esposa...

Otros podrán luchar por fragmentos de mi tiempo y de mi energía, pero nadie luchará por mi familia...

Esa asignación nos la dio Dios únicamente a usted o a mí... Piénselo. Nadie puede hacer lo que solo usted está llamado a hacer...

Que su faro alumbre primeramente su hogar, luego a los demás...

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