ESTE ES EL DIA...
"Este es el día en que el Señor actúo, regocijémonos y alegrémonos en él" Sal. 118:24 NVI.
Días buenos. Todos son buenos. Los que no somos buenos somos nosotros.
Porque calificamos nuestros días de acuerdo a nuestros deseos y actitudes.
Porque queremos que todos los días sean llenos de luz, de gozo, de alegría, sin problemas, sin gritos en la casa, sin que los niños molesten a la hora de levantarlos, cuando hay que ir a dejarlos al colegio, no queremos que el jefe nos hable fuerte, que no nos regañen, que nuestro cónyuge amanezca con la sonrisa tatuada en sus labios...
Queremos días sin cobradores, sin reclamos, sin palabras de "mejor divorciemonos", "no te aguanto más", "ya no te soporto"...
Queremos días en los cuales le caemos bien a todo el mundo. Que el chofer del bus nos ceda el paso. La camioneta que va delante de nosotros no eche humo negro en nuestras ventanillas. El semáforo nos está esperando para darnos el verde. Alguien que nos invite a almorzar. Queremos días tranquilos. Tranquilos, por favor, tranquilos...
Pero eso es utopía...
No existen días así. Quizá uno o dos al mes, es cierto, pero los demás días son todo lo que no queremos ni esperamos...
¿Consecuencia lógica?
No nos gozamos. No disfrutamos el día que no es como queremos. No sonreímos ni le damos gracias a Dios por ese día. Y olvidamos algo importante: Este día lo hizo Dios. Dios lo hizo para que nos gocemos en él. En el día. Para que nos demos cuenta de su Gran Misericordia. Claro, si no fuera por su Misericordia no soportaríamos los pleitos en la casa. No soportaríamos al chofer que nos llena de humo negro y apestoso el vehículo. No soportaríamos al jefe gritón y malhumorado. No soportaríamos al cobrador que nos inoportuna y nos quita el poco dinero que teníamos para la quincena. No soportaríamos no tener para el almuerzo...
Sin su Misericordia no soportaríamos nada. Ni a nadie...
Por eso el salmista nos dice: Este es el día que hizo Jehová, nos gozaremos y alegraremos en él... Porque Él lo hizo. Porque Él lo diseñó para nosotros. Para mostrarnos que no hay días malos ni buenos. Todos son buenos... a su lado.
Días buenos. Todos son buenos. Los que no somos buenos somos nosotros.
Porque calificamos nuestros días de acuerdo a nuestros deseos y actitudes.
Porque queremos que todos los días sean llenos de luz, de gozo, de alegría, sin problemas, sin gritos en la casa, sin que los niños molesten a la hora de levantarlos, cuando hay que ir a dejarlos al colegio, no queremos que el jefe nos hable fuerte, que no nos regañen, que nuestro cónyuge amanezca con la sonrisa tatuada en sus labios...
Queremos días sin cobradores, sin reclamos, sin palabras de "mejor divorciemonos", "no te aguanto más", "ya no te soporto"...
Queremos días en los cuales le caemos bien a todo el mundo. Que el chofer del bus nos ceda el paso. La camioneta que va delante de nosotros no eche humo negro en nuestras ventanillas. El semáforo nos está esperando para darnos el verde. Alguien que nos invite a almorzar. Queremos días tranquilos. Tranquilos, por favor, tranquilos...
Pero eso es utopía...
No existen días así. Quizá uno o dos al mes, es cierto, pero los demás días son todo lo que no queremos ni esperamos...
¿Consecuencia lógica?
No nos gozamos. No disfrutamos el día que no es como queremos. No sonreímos ni le damos gracias a Dios por ese día. Y olvidamos algo importante: Este día lo hizo Dios. Dios lo hizo para que nos gocemos en él. En el día. Para que nos demos cuenta de su Gran Misericordia. Claro, si no fuera por su Misericordia no soportaríamos los pleitos en la casa. No soportaríamos al chofer que nos llena de humo negro y apestoso el vehículo. No soportaríamos al jefe gritón y malhumorado. No soportaríamos al cobrador que nos inoportuna y nos quita el poco dinero que teníamos para la quincena. No soportaríamos no tener para el almuerzo...
Sin su Misericordia no soportaríamos nada. Ni a nadie...
Por eso el salmista nos dice: Este es el día que hizo Jehová, nos gozaremos y alegraremos en él... Porque Él lo hizo. Porque Él lo diseñó para nosotros. Para mostrarnos que no hay días malos ni buenos. Todos son buenos... a su lado.
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