LOS QUE SE ALEJAN...

Nos preocupamos por los hermanos que ya no se congregan. Nos preocupamos por los hijos que no quieren nada con el Señor y se van al mundo. Nos preocupamos por los que se vuelven carnales cuando en otro tiempo alababan al Señor con nosotros...
Nos preocupamos por nuestros amigos, hijos y parientes cuando no se ocupan por las cosas espirituales...

¿Qué dice Dios de ellos?

Ningún hijo de Dios está demasiado lejos del hogar.

El hijo pródigo creía que lo estaba. Había desdeñado la bondad de su padre y "se fue  lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente" Luc. 15:13.

La traducción de "desperdició" es el mismo verbo que se usa en griego para describir la acción de un granjero sembrador. Entonces, imagínese al pródigo tirando el dinero de su padre a los avariciosos comerciantes: un rollo de billetes de un golpe, un puñado de monedas a otro. Va montado en la alfombra mágica del dinero en efectivo de una fiesta a la siguiente. Su corazón se vuelve cada vez más duro.

Y, entonces, un día su cartera se vuelva más delgada. Le devuelven la tarjeta de crédito. El mozo le dice "No", el hotel le dice "¡Fuera!" y el chico dice "Oh".

Pasa de comer como un cerdo a revolcarse en el barro. Encuentra trabajo alimentando puercos. No es una trayectoria profesional recomendada para un niño judío. Ni para un cristiano...Su corazón se rompe.

El hambre golpea tanto la tripa que se plantea comer con los cerdos. Pero en lugar de tragarse las vainas, se traga el orgullo y comienza a caminar en dirección al hogar, ensayando un discurso de arrepentimiento a cada paso que va dando.

Usted sabe el resto. No hacía falta ningún discurso. El Padre le estaba aguardando. Le tenía su lugar apartado para cuando regresara. El corazón del patojo se ablandó. Se dejó besar. Se dejó limpiar y se dejó consentir...

Hay un sitio para nuestros hijos, nuestros amigos y parientes también. Están siempre invitados a regresar a su sitio de honor. Solo lleva algún tiempo y algo de oración para que sus corazones se vuelvan rectos...

Hay esperanza. Sigamos esperando. Ellos volverán y estarán sentados nuevamente con nosotros... Y con el Padre.

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