EL MAL HUMOR...
Algunas personas no saben que tenemos elección.
Al escuchar nuestras palabras se diría que somos víctimas de nuestros pensamientos.
"No me hables" "Estoy de mal humor" decimos. Como si el mal humor fuera un modo de vida al que estamos asignados en lugar de una emoción que permitimos.
O decimos: "No te metas con esa persona, tiene mal humor". ¿Acaso es el mal humor algo que tenemos? ¿Como una gripe o el sarampión? ¿Somos víctimas de alguna bacteria de la época?
¿O tenemos elección?
Pablo dice que sí tenemos elección. "Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo". 2 Cor. 10:5.
Pareciera que nuestros pensamientos son nuestros enemigos. Pero no es así. No somos víctimas de nuestros pensamientos. Tenemos autoridad para gobernarlos, especialmente el mal humor. La ira. El enojo. El rechazo.
El mal humor ha destruído muchas buenas relaciones. Hace que nos rechacen y eso duele. Si usted trabaja y el mal humor lo domina puede perder su trabajo. Después no se queje. El problema no está en el empleador. Está en usted. Si su matrimonio está navegando en aguas tempestuosas a causa de su mal humor, empiece a trabajar en él.
Llévelo cautivo a Cristo. Él le dará vida abundante. Le hará sonreír y vivir de otra manera. Le llevará por sendas de bienestar para que los que le rodean puedan ver reflejado en usted el Rostro de Jesús.
Tenemos elección. Solo hagamos uso de ello...
Al escuchar nuestras palabras se diría que somos víctimas de nuestros pensamientos.
"No me hables" "Estoy de mal humor" decimos. Como si el mal humor fuera un modo de vida al que estamos asignados en lugar de una emoción que permitimos.
O decimos: "No te metas con esa persona, tiene mal humor". ¿Acaso es el mal humor algo que tenemos? ¿Como una gripe o el sarampión? ¿Somos víctimas de alguna bacteria de la época?
¿O tenemos elección?
Pablo dice que sí tenemos elección. "Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo". 2 Cor. 10:5.
Pareciera que nuestros pensamientos son nuestros enemigos. Pero no es así. No somos víctimas de nuestros pensamientos. Tenemos autoridad para gobernarlos, especialmente el mal humor. La ira. El enojo. El rechazo.
El mal humor ha destruído muchas buenas relaciones. Hace que nos rechacen y eso duele. Si usted trabaja y el mal humor lo domina puede perder su trabajo. Después no se queje. El problema no está en el empleador. Está en usted. Si su matrimonio está navegando en aguas tempestuosas a causa de su mal humor, empiece a trabajar en él.
Llévelo cautivo a Cristo. Él le dará vida abundante. Le hará sonreír y vivir de otra manera. Le llevará por sendas de bienestar para que los que le rodean puedan ver reflejado en usted el Rostro de Jesús.
Tenemos elección. Solo hagamos uso de ello...
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