APRENDIENDO A DAR

Esta plática es ficticia...
Pero si se parece en algo a lo que ustedes están viviendo... es pura coincidencia.
Así que allí les va.

Tenemos que aprender a dar. Muchas veces, en el matrimonio o en cualquier relación de dos personas, surgen problemas por lo que estamos recibiendo. O porque no aprecian lo suficiente lo que estamos dando...

Ella dice: soy muy cariñosa. Me gusta recibir a mi esposo con besos y abrazos. Me gusta acariciarlo cuando viene del trabajo y quiero pasar mi tiempo junto a él, en sus brazos, viendolo a los ojos y sintiendo su cuerpo junto al mío...

El dice: soy muy organizado. Me gusta el orden. Me gusta que al llegar a casa, encontrarla arreglada, la cena lista y un ambiente agradable en donde descansar. Me gusta encontrar a mi esposa en la cocina preparando algo delicioso para compartirlo juntos con una buena charla matrimonial...

Por lo tanto, tenemos a dos personas viviendo bajo el mismo techo, se aman, se desean, pero por sobre todo, están deseosos de recibir algo que no encuentran en cada uno. Y eso está echando su matrimonio por la borda. Están caminando en un campo minado, y si no arreglan pronto esto, irán al fracaso...¿Qué está fallando?

Ella cree que lo que su esposo necesita son solo abrazos, besos y caricias. Se olvida que es hombre y que lo que desea de ella es que lo atienda como buena esposa, que se preocupe por su bienestar físico, antes que por su bienestar sentimental. Si le atiende su casa y su estómago... él se sentirá amado.

El cree que amar a su esposa es ordenar la sala, la casa y poner todo en su lugar. Con ese gesto le está diciendo: "te amo, por eso te estoy arreglando tu casa". El no sabe que ella está esperando que la llene no de orden, sino de besos, de abrazos y caricias. Que la haga sentir importante en su vida...

Caos, ¿verdad? Cada uno está dando lo que cree que el otro necesita. Ella cree que él necesita besos y caricias. El cree que ella necesita que le ordenen la casa. Ambos están errados. Y ya están molestos. Creen que no son amados...
Lo que sucede es que están equivocados en su forma de dar.

Hablando se arreglan las cosas. He aquí un consejo:

Hablen. Pregunten. Por ejemplo, yo lo he hecho con María Elena. La pregunta del millón: ¿como puedo hacerte feliz? ¿Qué debo hacer para que estés contenta a mi lado? ¿Qué debo hacer para que sepas que me interesas? Y me da una lista de las cosas que a ella le parecen necesarias para sentirse agradada. No siempre la cumplo pero lo intento. Y vivimos en paz. Por lo menos, hasta donde yo creo...

Ella, por su parte, hace lo mismo. Como ya hemos hablado de eso, trata de hacer las cosas que a mí me parecen que me hacen sentir bien a su lado. Ella sí lo logra... Es mujer, ni modo...

Así que no demos por egoísmo. Aprendamos a dar. No lo que queremos sino lo que el otro o la otra necesita. Con eso lograremos estar contentos y agradados en el entorno donde nos movemos y vivimos...

En mi próximo escrito le contaré una experiencia que tuvimos como consejeros familiares hace unos años que ilustrará muy bien este diálogo... Le invito a leerlo.

Mientras tanto, platique con su pareja y pónganse de acuerdo en qué espera uno del otro. Verán grandes resultados. Y Dios será glorificado...


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