¿...Y QUE DE MI...?
Ayer escribí el artículo "Borrón y cuenta nueva" con relación a los demás. Pero pensando en que el "borrón" también debe aplicar a nuestra propia vida, encontré en mis cavilaciones algo que es importante: Es fácil perdonar a quienes nos ofendieron.
Pero no es fácil perdonarnos a nosotros mismos...
De eso quiero hablarle hoy.
Borrar el historial que otros escribieron en nuestra vida es sencillo. El problema es cuando se trata de nosotros mismos. Aunque usted pueda perdonar a otros, no siempre se perdona a si mismo o a si misma.
¡Muy bien, Pastor Berges! ¿Y, cómo se perdona uno a sí mismo?
¿Le gustaría conocer la respuesta?
Quizá usted decidió abortar años atrás. Talvez se provocó un terrible accidente. Quizás generó un caos impensado. Talvez perdió una oportunidad que le costó más dinero, angustia y reproches de lo que quiere pensar. Quizá hizo ciertas cosas que le impidieron vivir en armonía con otras personas. Lo recuerdan todo el tiempo. Y, al parecer, no puede perdonarse lo que usted provocó.
Entiendo que la culpa es un sentimiento que puede surgir de la nada. Dejar de lado esta sensación, luego de arrepentirse por las acciones o la falta de acción que la generó, requiere de un acto deliberado y consciente de fe. Intencionalmente, debe usted declarar la restauración y la renovación de su corazón y su mente. Aunque sienta un remordimiento profundo...
Porque la capacidad de perdonarse a uno mismo es personalmente imposible. Nadie puede.
Yo no puedo perdonarme por todos mis yerros y pecados que he cometido a lo largo de mi camino. He necesitado de Alguien más que lo haga por mi. Así como yo perdono a otros... Otro me perdona a mi. Suena demasiado fácil... ¿verdad?
Esta es la realidad en la que debemos descansar.
Cristo sufrió una muerte horrorosa para otorgarnos el perdón de nuestros pecados. Y su obra fue tan completa que, entonces, pudo prometernos y declarar: "Perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado" Jer. 31.34
Así que si Cristo no se acuerda de nuestros pecados... ¿por qué hacerlo nosotros?
¿Adulteró en el pasado? Pida perdón al Señor.
¿Traicionó a sus padres? Pida perdón al Señor.
¿Defraudó a alguien? Pida perdón.
¿Se emborrachó en diciembre pasado? Pida perdón.
¿Se acostó con su jefe y eso le duele? Pida perdón.
¿Permitió que sus ojos se fueran tras el cuerpo ajeno? Pida perdón...
Hace usted bien en no subestimar el pecado y pensar que no merece más que una reprimenda. Pero al ver con claridad la profundidad de su error y su iniquidad, debe dejar que la Misericordia de Dios a traves de Jesús borre todo ese pasado que duele y avergüenza...
Y de rodillas, con las manos extendidas, decida recibir el perdón. Su perdón. Y escuchará un "clic".
Borrado.
¿Quién condenará a los perdonados...?
Pero no es fácil perdonarnos a nosotros mismos...
De eso quiero hablarle hoy.
Borrar el historial que otros escribieron en nuestra vida es sencillo. El problema es cuando se trata de nosotros mismos. Aunque usted pueda perdonar a otros, no siempre se perdona a si mismo o a si misma.
¡Muy bien, Pastor Berges! ¿Y, cómo se perdona uno a sí mismo?
¿Le gustaría conocer la respuesta?
Quizá usted decidió abortar años atrás. Talvez se provocó un terrible accidente. Quizás generó un caos impensado. Talvez perdió una oportunidad que le costó más dinero, angustia y reproches de lo que quiere pensar. Quizá hizo ciertas cosas que le impidieron vivir en armonía con otras personas. Lo recuerdan todo el tiempo. Y, al parecer, no puede perdonarse lo que usted provocó.
Entiendo que la culpa es un sentimiento que puede surgir de la nada. Dejar de lado esta sensación, luego de arrepentirse por las acciones o la falta de acción que la generó, requiere de un acto deliberado y consciente de fe. Intencionalmente, debe usted declarar la restauración y la renovación de su corazón y su mente. Aunque sienta un remordimiento profundo...
Porque la capacidad de perdonarse a uno mismo es personalmente imposible. Nadie puede.
Yo no puedo perdonarme por todos mis yerros y pecados que he cometido a lo largo de mi camino. He necesitado de Alguien más que lo haga por mi. Así como yo perdono a otros... Otro me perdona a mi. Suena demasiado fácil... ¿verdad?
Esta es la realidad en la que debemos descansar.
Cristo sufrió una muerte horrorosa para otorgarnos el perdón de nuestros pecados. Y su obra fue tan completa que, entonces, pudo prometernos y declarar: "Perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado" Jer. 31.34
Así que si Cristo no se acuerda de nuestros pecados... ¿por qué hacerlo nosotros?
¿Adulteró en el pasado? Pida perdón al Señor.
¿Traicionó a sus padres? Pida perdón al Señor.
¿Defraudó a alguien? Pida perdón.
¿Se emborrachó en diciembre pasado? Pida perdón.
¿Se acostó con su jefe y eso le duele? Pida perdón.
¿Permitió que sus ojos se fueran tras el cuerpo ajeno? Pida perdón...
Hace usted bien en no subestimar el pecado y pensar que no merece más que una reprimenda. Pero al ver con claridad la profundidad de su error y su iniquidad, debe dejar que la Misericordia de Dios a traves de Jesús borre todo ese pasado que duele y avergüenza...
Y de rodillas, con las manos extendidas, decida recibir el perdón. Su perdón. Y escuchará un "clic".
Borrado.
¿Quién condenará a los perdonados...?
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