LA SEPARACION...
El romance comienza con corazones blandos...
Manos agarradas dulcemente...
Cuerpos pegaditos y miradas penetrantes que lo dicen todo.
Utilizamos nombres de mascotas para llamarnos entre nosotros. Pedimos perdón, aceptamos la culpa cuando llegamos tarde y compartimos los momentos difíciles.
Pero deje que que pasen unos cuantos años, que vengan unos cuantos niños y la calcificación cardíaca se empiece a manifestar...
Hay desacuerdos. Momentos en que cada quien quiere hacer lo que cree que es mejor. El se sienta en un extremo del sofá y ella en el otro. El piensa: "no pediré perdón, yo no". Ella dice para sí misma: "Si cree que me voy a humillar está loco".
Es un momento crucial.
¿Tomará alguno el camino correcto y honrará los votos matrimoniales? ¡Están en un mal momento y lo prometieron!
¿O ambos amarán más el orgullo que a la otra persona y se propondrán herir más el corazón que dice que necesita para vivir?
A veces el corazón de uno de los dos se ablanda. Pero uno no es suficiente. El matrimonio depende de dos corazones tiernos...
Los corazones duros no pueden sostener un matrimonio. Al final uno de los cónyuges de corazón duro conoce a un agradable compañero de trabajo o a una vecina, y el adulterio llama a la puerta.
Para prevenir eso Dios construye un pozo alrededor el hogar. Èl dice: "Odio el divorcio". (Mal. 2:16) El divorcio hace daño a los hijos. Deja el matrimonio en ridículo. Avergüenza a Dios. Rompe la columna vertebral de la sociedad. Dios no quiere la separación. El rompimiento. No le gusta que los esposos se separen.
Dios nos ama y sabe que en nuestro corazón hay una veta de dureza. Entonces, ¿qué hace Dios? ¿Mira hacia otro lado cuando la pareja está pasando malos momentos? ¿Cierra sus Ojos para fingir que no ve lo que está pasando en esa sala o en ese dormitorio? ¿Piensa "todo el mundo mete la pata a veces?"
No. Protege al corazón tierno. El que no quiere irse, el que hace lo imposible por quedarse, el que pide perdón, el que recapacita... Y eso hace que el de corazón duro se arrepienta y quiera volver a empezar. Por eso para Dios no hay nada imposible. Lo que las palabras no pueden arreglar lo hace Dios. Lo que los abrazos no pueden sanar lo sana Dios. Lo que los besos no pueden curar lo cura Dios...
La separación no es de Dios. Lo único que Él separó fue la luz de las tinieblas. Todo lo demás lo juntó para beneficio de todos... El ama un corazón tierno, solo uno. Él se encargará del otro.
Así que... ¿hay desacuerdos? Con uno de los dos que pida perdón es suficiente para que Dios tienda el puente. ¿Lo ve claro?
Manos agarradas dulcemente...
Cuerpos pegaditos y miradas penetrantes que lo dicen todo.
Utilizamos nombres de mascotas para llamarnos entre nosotros. Pedimos perdón, aceptamos la culpa cuando llegamos tarde y compartimos los momentos difíciles.
Pero deje que que pasen unos cuantos años, que vengan unos cuantos niños y la calcificación cardíaca se empiece a manifestar...
Hay desacuerdos. Momentos en que cada quien quiere hacer lo que cree que es mejor. El se sienta en un extremo del sofá y ella en el otro. El piensa: "no pediré perdón, yo no". Ella dice para sí misma: "Si cree que me voy a humillar está loco".
Es un momento crucial.
¿Tomará alguno el camino correcto y honrará los votos matrimoniales? ¡Están en un mal momento y lo prometieron!
¿O ambos amarán más el orgullo que a la otra persona y se propondrán herir más el corazón que dice que necesita para vivir?
A veces el corazón de uno de los dos se ablanda. Pero uno no es suficiente. El matrimonio depende de dos corazones tiernos...
Los corazones duros no pueden sostener un matrimonio. Al final uno de los cónyuges de corazón duro conoce a un agradable compañero de trabajo o a una vecina, y el adulterio llama a la puerta.
Para prevenir eso Dios construye un pozo alrededor el hogar. Èl dice: "Odio el divorcio". (Mal. 2:16) El divorcio hace daño a los hijos. Deja el matrimonio en ridículo. Avergüenza a Dios. Rompe la columna vertebral de la sociedad. Dios no quiere la separación. El rompimiento. No le gusta que los esposos se separen.
Dios nos ama y sabe que en nuestro corazón hay una veta de dureza. Entonces, ¿qué hace Dios? ¿Mira hacia otro lado cuando la pareja está pasando malos momentos? ¿Cierra sus Ojos para fingir que no ve lo que está pasando en esa sala o en ese dormitorio? ¿Piensa "todo el mundo mete la pata a veces?"
No. Protege al corazón tierno. El que no quiere irse, el que hace lo imposible por quedarse, el que pide perdón, el que recapacita... Y eso hace que el de corazón duro se arrepienta y quiera volver a empezar. Por eso para Dios no hay nada imposible. Lo que las palabras no pueden arreglar lo hace Dios. Lo que los abrazos no pueden sanar lo sana Dios. Lo que los besos no pueden curar lo cura Dios...
La separación no es de Dios. Lo único que Él separó fue la luz de las tinieblas. Todo lo demás lo juntó para beneficio de todos... El ama un corazón tierno, solo uno. Él se encargará del otro.
Así que... ¿hay desacuerdos? Con uno de los dos que pida perdón es suficiente para que Dios tienda el puente. ¿Lo ve claro?
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