LA LLEGADA A LA CASA...

Soy un observador empedernido.
Viendo a la gente aprendo mucho sobre el ser humano y sobre mi mismo.
Ciertas actitudes son un reflejo de mi propia naturaleza. Ellos son un espejo para mi. Lo acepto. Necesito crecer. Necesito hacer muchos ajustes en mi vida. Y lo estoy intentando...

Escribo esto porque he observado que en los cafés de la ciudad, después de las cinco de la tarde, cuando todos han salido de sus trabajos, pasan a las cafeterías y se toman un café, leen el periódico o simplemente se quedan viendo hacia las ventanas o a las mesas vecinas... No hay citas escondidas. No hay adulterio. Simplemente están pasando el tiempo a solas.

Yo me pregunto: ¿por qué están aquí y no en sus casas? ¿Qué hace que muchos hombres o mujeres no quieran llegar a sus hogares?

Y, como pastor y consejero familiar conozco algunas historias. Y me respondo yo mismo con algunas de las que he escuchado...

Nadie quiere vivir en un campo de batalla. Pero muchos viven en uno. Muchos viven en uno porque están casados con alguien que es muy diferente a ellos.  El callado se casa con el escandaloso.  El despreocupado se casa con el histérico.  El que duerme sobre su lado derecho se casa con el que lo hace del lado izquierdo.

Nos atraen nuestros contrarios.  Pero lo que nos atrae cuando estamos en el noviazgo, nos ataca cuando estamos casados.

Por esa razón un buen matrimonio es un trabajo duro.  La armonía no ocurre simplemente.  La armonía vocal se alcanza cuando el coro ensaya. La armonía de color se alcanza cuando el artista experimenta.  Y la armonia matrimonial existe cuando dos personas deciden mantener la unidad por el Espíritu. Eso dice Efesios 4:3

Llegar a casa después de un duro día de trabajo, lidiando con el tráfico, con clientes difíciles, con personas insolentes... y querer encontrar un oasis en la casa es bastante complicado. Porque resulta que su pareja espera encontrar lo mismo. El o ella esperan que al llegar los reciban con besos, abrazos y palabras cariñosas...

No con reproches por llegar tarde. O por llegar con las manos vacías. O por llegar sudando y oloroso al diesel de los buses. O por llegar cansado o agotada...

Llegar a casa debiera ser un descanso. Poder decir internamente: "Uff, al fin llegué a mi casa" "Al fin logré llegar al único lugar donde no escucharé gritos, exigencias ni maldiciones"...

Pero eso es bastante raro si desconocemos los principios de la Palabra de Dios. Por eso es necesario orar antes de salir de casa, para que a nuestro regreso todo el ambiente esté preparado para poder encontrar a Jesús dándonos el descanso que El promete. Que podamos encontrar a nuestros hijos que nos saludan y nos besan, en lugar de presentarnos la lista de útiles que piden en la escuela. Que nuestra pareja nos reciba con calor y no con reproches ni quejas...

Por eso me gusta el Padre Nuestro. Me gusta cuando Jesús dijo que oráramos:
"...Danos hoy el pan de cada día, y perdona nuestras deudas" ¿Vio el orden en la oración?

Primero comamos Jesús. Primero sentémonos a la mesa. Primero disfrutemos una buena cena. Después arreglemos cuentas. Después pídeme cuentas de mis errores. Después pregúntame por qué no respondí el celular cuando me llamaste. Eso dejémoslo para después.

Primero dame mi pan. Primero dame un beso. Primero dame un abrazo. Primero hazme sentir vivo o viva... después lo demás. Quizás después de cenar se nos olvide el enojo que teníamos y podamos ir a la cama en paz... Y no se pondrá el sol sobre nuestro enojo...

¿No le parece que se puede?

Comentarios

  1. tremendo mensaje para nosotros las mujeres . generalmente empezamos dando quejas y cosas cuando llega nuestro esposo y no representamos ese oasis que Dios desea que haya en nuestro hogar.

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