LA VENGANZA...

El día ha estado duro. Usted ha trabajado hasta el agotamiento. Está parado en la esquina esperando el bus que lo llevará a su casa a descansar. Su carro se descompuso y lo tiene en el taller. Un compañero de trabajo que vive cerca de su casa pasa frente a usted, le bocina para saludarlo y sigue de largo sin parar. No le interesó verlo parado en la esquina para preguntarle si quería un jalón...
Usted se enoja con su compañero por su mala actitud de dejarlo en esa esquina sin peguntarle siquiera si necesitaba ayuda. Usted guarda ese recuerdo en algún lugar de su corazón...

Pasa una semana y usted sale del trabajo. Ya tiene su vehículo en su poder. Lo arranca y sale del estacionamiento de su oficina. Pasa por la esquina donde para el bus y ve a su compañero, el de la semana pasada, parado esperando el bus que lo lleve a su casa. Él vive cerca de la suya y posiblemente necesitará un jalón. Su carro se descompuso y está en el taller...

Usted puede hacer una de dos cosas: Parar y ofrecerle ayuda... O tomar venganza por lo que él no hizo con usted la semana pasada. Pagarle con la misma moneda o hacerle un bien. Poner la otra mejilla o devolver el golpe.

Esos son los retos diarios en nuestras vidas. Especialmente en nuestro hogar. Con nuestra esposa... Hay tantas ocasiones en que, sin darnos cuenta, tomamos venganza por las actitudes de nuestra pareja. ¿No me besó anoche? ¡Hoy no hay besos todo el día!
¿No me atendió ayer? ¡Hoy no habrá atenciones para ella o para él!
¿No me planchó mi camisa? ¡Hoy no hay salida a cenar!
¿Me habló con malas expresiones la semana pasada? ¡Hoy es buen día para pagar con la misma moneda!

Venganza. Lo único que hace es amargar nuestra relación interpersonal. Decimos que amamos a nuestro cónyuge pero a la hora de los pleitos guardamos en el cajón de la amargura esos detalles que nos dolieron para cuando llegue la oportunidad de sacarlos y devolver el golpe...

Y Dios dijo: "Mía es la venganza, Yo pagaré" ¿Por qué lo diría? Porque Él sabe que estamos propensos a tomar justicia por nuestra propia mano. Estamos inclinados a vengarnos de aquellos que nos han dañado, abandonado, traicionado y olvidado... Pero no es eso lo que Dios espera de mi. Ni de usted. Si somos sus hijos, debemos ser como Él: perdonadores y dejar que sea Él quien arregle nuestras cosas. ¿Dificil? quizá sí pero no imposible...

La próxima vez que usted quiera vengarse, tome en cuenta esto: Todo lo que el hombre siembre, eso segará...

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS