¡QUÉ VERGÜENZA...! ¿VALE LA PENA EL RIESGO...?
"Antes de esto, el sacerdote Eliasib, encargado de los aposentos de la casa de nuestro Dios, y que era pariente de Tobías, le había preparado un gran aposento, donde anteriormente colocaban las ofrendas de cereal, el incienso, los utensilios, y los diezmos del cereal, del mosto y del aceite prescritos para los levitas, los cantores y los porteros, y las contribuciones para los sacerdotes. Pero durante todo este tiempo yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta y dos de Artajerjes, rey de Babilonia, yo había ido al rey; pero después de algún tiempo, pedí permiso al rey, y vine a Jerusalén y me enteré del mal que Eliasib había hecho por favorecer a Tobías, al prepararle un aposento en los atrios de la casa de Dios. Esto me desagradó mucho, por lo cual arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera del aposento" Nehemías 4:3-9
¿Se imagina? ¿Que le saquen a uno sus cositas a la calle? ¿Delante de todos? Todos los vecinos, guardias de la cuadra y los que van pasando ven lo que teníamos dentro de las cuatro paredes de nuestra casa. Debe ser horrible tal humillación... ¿no cree? Porque nadie sabe lo que escondemos en nuestras cuatro paredes. Nadie. Hasta que un valiente se atreve a sacarlas a la vista pública. En la ley eso se llama "desalojo".
En la banqueta está el televisor viejo. La refri que ya casi no enfría. Los colchones de las camas casi desgastados. La ropa de cama... ni digamos. Sin faltar las almohadas: negras de tanto sudor nocturno y que muy pocas veces se lavaron o cambiaron. Y qué decir de los trastos de la señora: llenos de hollín porque nunca los limpiaron a conciencia. Una bicicleta desvencijada. Hasta el perro es un espectáculo porque se le cuentan las costillas por el hambre que ha sufrido allí escondido en esas cuatro paredes... Nehemías tuvo que ser muy pero muy valiente para sacarle sus "cositas" al tal Tobías...
Usted debe conocer su historia: Fue uno de los que se opusieron a que reconstruyeran los muros de la Ciudad de Jerusalen. Enemigo declarado de Nehemías. Chismoso. Amigo íntimo de Sanbalat. Había firmado una carta llena de mentiras contra el Profeta de Dios. Y, en un descuido, su suegro, el de Tobías, por supuesto, le hace un apartamento al enemigo de Dios... y nada menos que en su propia Casa. En la Casa de Dios. Y, para eso, saca lo que debe estar dentro y mete lo que debe estar fuera...
Y Nehemías se entera. No me hubiera gustado estar en los zapatos de Tobías. La vergüenza que pasó debió ser muy dura. Si es que tenía alguna. Todos se dieron cuenta del hecho. Fue a plena luz del día. Delante de todos para que sirviera de escarmiento y no se volviera a repetir. A Nehemías no le temblaba el pulso cuando de limpiar el Templo se trataba. Así era él de definido. No mezclar lo santo con lo profano. Y Tobías estaba profanando la Casa de su Dios. Y el mío. No sé el suyo. A mi Dios no le gusta que metan en su "Casa" nada profano. Todo debe ser santo porque Él es tres veces Santo. Si no lo cree, siga leyendo...
Y, vea qué casualidad... se avecinan días de fiesta. Días de jolgorio. Días de vicios. Días de parranda. Días de abandono espiritual. Abundarán los tragos de licor. Los brindis por un nuevo año. Los abrazos. Los besos y las visitas a los moteles. Habrán ofertas. Los moteles se pelearán los clientes. Unos ofrecerán almuerzo incluído. Otos ofrecerán gratis la película porno del momento. Usted sabe de qué hablo...
A menos que, como Nehemías, usted guarde su Templo.
Que no ingrese nada profano al Templo de Dios que es usted. Usted y yo tenemos algunas ventanas por donde se nos pueden meter los Tobías de hoy: dos ojos. Dos oídos. Una boca. Dos pies...
¿Qué veremos? ¿Qué escucharemos? ¿Que hablaremos? ¿A donde iremos? El problema no es solo esto. El verdadero problema es que quizá nuestro Nehemías que hoy es Cristo, puede sacar a la luz del día todo lo que se hizo en la noche... buena. Y, vergonzosamente, todos se darán cuenta de lo que teníamos escondido dentro de las paredes de nuesto corazón.
Así que pensemos: ¿Vale la pena el riesgo? Porque en enero, cuando ya hayan pasado las fiestas que el mundo celebra.. ¿Qué verán nuestros vecinos? Qué verán nuestros hijos? ¿De qué se enterará nuestra esposa? ¿O esposo? ¿De qué se enterarán nuestros compañeros de trabajo...?
Porque todo será revelado a la luz del día. Tarde o temprano. Lo dijo Jesús, no yo.
¿Vale la pena el riesgo...?
¿Se imagina? ¿Que le saquen a uno sus cositas a la calle? ¿Delante de todos? Todos los vecinos, guardias de la cuadra y los que van pasando ven lo que teníamos dentro de las cuatro paredes de nuestra casa. Debe ser horrible tal humillación... ¿no cree? Porque nadie sabe lo que escondemos en nuestras cuatro paredes. Nadie. Hasta que un valiente se atreve a sacarlas a la vista pública. En la ley eso se llama "desalojo".
En la banqueta está el televisor viejo. La refri que ya casi no enfría. Los colchones de las camas casi desgastados. La ropa de cama... ni digamos. Sin faltar las almohadas: negras de tanto sudor nocturno y que muy pocas veces se lavaron o cambiaron. Y qué decir de los trastos de la señora: llenos de hollín porque nunca los limpiaron a conciencia. Una bicicleta desvencijada. Hasta el perro es un espectáculo porque se le cuentan las costillas por el hambre que ha sufrido allí escondido en esas cuatro paredes... Nehemías tuvo que ser muy pero muy valiente para sacarle sus "cositas" al tal Tobías...
Usted debe conocer su historia: Fue uno de los que se opusieron a que reconstruyeran los muros de la Ciudad de Jerusalen. Enemigo declarado de Nehemías. Chismoso. Amigo íntimo de Sanbalat. Había firmado una carta llena de mentiras contra el Profeta de Dios. Y, en un descuido, su suegro, el de Tobías, por supuesto, le hace un apartamento al enemigo de Dios... y nada menos que en su propia Casa. En la Casa de Dios. Y, para eso, saca lo que debe estar dentro y mete lo que debe estar fuera...
Y Nehemías se entera. No me hubiera gustado estar en los zapatos de Tobías. La vergüenza que pasó debió ser muy dura. Si es que tenía alguna. Todos se dieron cuenta del hecho. Fue a plena luz del día. Delante de todos para que sirviera de escarmiento y no se volviera a repetir. A Nehemías no le temblaba el pulso cuando de limpiar el Templo se trataba. Así era él de definido. No mezclar lo santo con lo profano. Y Tobías estaba profanando la Casa de su Dios. Y el mío. No sé el suyo. A mi Dios no le gusta que metan en su "Casa" nada profano. Todo debe ser santo porque Él es tres veces Santo. Si no lo cree, siga leyendo...
Y, vea qué casualidad... se avecinan días de fiesta. Días de jolgorio. Días de vicios. Días de parranda. Días de abandono espiritual. Abundarán los tragos de licor. Los brindis por un nuevo año. Los abrazos. Los besos y las visitas a los moteles. Habrán ofertas. Los moteles se pelearán los clientes. Unos ofrecerán almuerzo incluído. Otos ofrecerán gratis la película porno del momento. Usted sabe de qué hablo...
A menos que, como Nehemías, usted guarde su Templo.
Que no ingrese nada profano al Templo de Dios que es usted. Usted y yo tenemos algunas ventanas por donde se nos pueden meter los Tobías de hoy: dos ojos. Dos oídos. Una boca. Dos pies...
¿Qué veremos? ¿Qué escucharemos? ¿Que hablaremos? ¿A donde iremos? El problema no es solo esto. El verdadero problema es que quizá nuestro Nehemías que hoy es Cristo, puede sacar a la luz del día todo lo que se hizo en la noche... buena. Y, vergonzosamente, todos se darán cuenta de lo que teníamos escondido dentro de las paredes de nuesto corazón.
Así que pensemos: ¿Vale la pena el riesgo? Porque en enero, cuando ya hayan pasado las fiestas que el mundo celebra.. ¿Qué verán nuestros vecinos? Qué verán nuestros hijos? ¿De qué se enterará nuestra esposa? ¿O esposo? ¿De qué se enterarán nuestros compañeros de trabajo...?
Porque todo será revelado a la luz del día. Tarde o temprano. Lo dijo Jesús, no yo.
¿Vale la pena el riesgo...?
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