OJALÁ FUÉRAMOS COMO ELLA...
Y ella respondió: Conforme a vuestras palabras, así sea. Y los envió, y se fueron; y ella ató el cordón escarlata a la ventana. (Josué 2:21)
Acaban de irse los espías y le dieron instrucciones bien precisas: Cuando vengamos a destruír tu ciudad, si vemos este cordón escarlata colgado de tu ventana no te sucederá nada a tí y a los que estén dentro de tu casa.
Cuando vengamos. Cuando vengamos... ¿Cuándo será ese día? Rahab no lo sabía. Podía ser dentro de un día. Dos. Cinco. Veinte o treinta días. No le dieron fecha. Ni hora. Tampoco le dieron señales. Solo le dijeron que si veían dónde estaba el cordón rojo como señal, ellos no tocarían su casa.
Las cosas que puede hacer un simple cordón de tela rojo... ¿no cree? Rahab está confiada. Como hizo misericordia con los espías de Josué, sabe que ellos tienen la obligación de corresponderle igual. Los hospedó y evitó que los mataran. Ahora ellos evitarán a toda costa que la maten los soldados del ejército israelita. Pero hay una condición: para saber qué casa no tocar tiene que tener una señal. Y la señal será un trapo rojo. Igual que en Egipto. El color rojo detuvo al ángel de la muerte. Y esta famosa mujer tuvo fe en algo: que van a regresar, ni lo duden, familia. Así que rapidito, andando, vamos para mi casa porque esos hombres dijeron que van a venir a destruír todo y solamente mi casa se salvará. Con los que estén dentro. Mamá por favor, si va a traer su loro que sea rápido... Hermanita, si tu novio te ama y no quiere morir aplastado, será mejor que nos siga y se proteja con el paño rojo... Esos muchachos no están jugando. Y sé que van a regresar. Lo pude ver en su Mirada... No están jugando...
Pero a Rahab no le dieron fecha ni hora. Pensó como no hubiéramos pensado nosotros. Quizá se dijo: Como pueden venir en cualquier momento y yo no me daré cuenta porque talvez estaré en la cocina cuando eso ocurra, mejor pongo el trapo de una sola vez. Y no esperó el noticiero de las cinco. Con o sin noticias, mejor nos curamos de espantos, diría mi mamá. Y puso el paño rojo colgado de la ventana de su casa. No sé cuando vendrán, así que mejor me preparo... para que no me acuchillen como salchicha...
¿Estamos preparados para cuando vengan a prenderle fuego a este sistema, mis queridos hermanitos? Porque ya lo dijo Pedro: Todo esto se quemará. Sin previo aviso. CNN no tendrá tiempo de informarnos. Canal cuatro tampoco lo podrá hacer. Todo será en un abrir y cerrar de ojos. Nos lo dijo Pablo.
¿Y quién podrá salvarnos? Ni el Chapulín, por muy colorado que lo pinten podrá hacerlo.
Usted sabe la respuesta: Solo la Sangre del Cordero puesta como señal en nuestras vidas podrá evitar que nos achicharren. Solo la Sangre derramada en la Cruz del Calvario. Solo Ella.
Así que, mientras todos cantan sus villancicos de esta temporada, mejor cuidemos de tener en nuestras casas el Paño Rojo de la Sangre de Jesus. No sea que venga en estos días y nos tome desprevenidos. ¿No cree?
Acaban de irse los espías y le dieron instrucciones bien precisas: Cuando vengamos a destruír tu ciudad, si vemos este cordón escarlata colgado de tu ventana no te sucederá nada a tí y a los que estén dentro de tu casa.
Cuando vengamos. Cuando vengamos... ¿Cuándo será ese día? Rahab no lo sabía. Podía ser dentro de un día. Dos. Cinco. Veinte o treinta días. No le dieron fecha. Ni hora. Tampoco le dieron señales. Solo le dijeron que si veían dónde estaba el cordón rojo como señal, ellos no tocarían su casa.
Las cosas que puede hacer un simple cordón de tela rojo... ¿no cree? Rahab está confiada. Como hizo misericordia con los espías de Josué, sabe que ellos tienen la obligación de corresponderle igual. Los hospedó y evitó que los mataran. Ahora ellos evitarán a toda costa que la maten los soldados del ejército israelita. Pero hay una condición: para saber qué casa no tocar tiene que tener una señal. Y la señal será un trapo rojo. Igual que en Egipto. El color rojo detuvo al ángel de la muerte. Y esta famosa mujer tuvo fe en algo: que van a regresar, ni lo duden, familia. Así que rapidito, andando, vamos para mi casa porque esos hombres dijeron que van a venir a destruír todo y solamente mi casa se salvará. Con los que estén dentro. Mamá por favor, si va a traer su loro que sea rápido... Hermanita, si tu novio te ama y no quiere morir aplastado, será mejor que nos siga y se proteja con el paño rojo... Esos muchachos no están jugando. Y sé que van a regresar. Lo pude ver en su Mirada... No están jugando...
Pero a Rahab no le dieron fecha ni hora. Pensó como no hubiéramos pensado nosotros. Quizá se dijo: Como pueden venir en cualquier momento y yo no me daré cuenta porque talvez estaré en la cocina cuando eso ocurra, mejor pongo el trapo de una sola vez. Y no esperó el noticiero de las cinco. Con o sin noticias, mejor nos curamos de espantos, diría mi mamá. Y puso el paño rojo colgado de la ventana de su casa. No sé cuando vendrán, así que mejor me preparo... para que no me acuchillen como salchicha...
¿Estamos preparados para cuando vengan a prenderle fuego a este sistema, mis queridos hermanitos? Porque ya lo dijo Pedro: Todo esto se quemará. Sin previo aviso. CNN no tendrá tiempo de informarnos. Canal cuatro tampoco lo podrá hacer. Todo será en un abrir y cerrar de ojos. Nos lo dijo Pablo.
¿Y quién podrá salvarnos? Ni el Chapulín, por muy colorado que lo pinten podrá hacerlo.
Usted sabe la respuesta: Solo la Sangre del Cordero puesta como señal en nuestras vidas podrá evitar que nos achicharren. Solo la Sangre derramada en la Cruz del Calvario. Solo Ella.
Así que, mientras todos cantan sus villancicos de esta temporada, mejor cuidemos de tener en nuestras casas el Paño Rojo de la Sangre de Jesus. No sea que venga en estos días y nos tome desprevenidos. ¿No cree?
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