LOS BASUREROS Y SUS HABITANTES...
Entonces toda la gente de la región de los gadarenos le pidió a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de un gran temor. Y El entrando a una barca, regresó. (Luc. 8:36-38)
La basura, aunque hedionda, es atractiva para algunas gentes.
Están tan acostumbrados a vivir entre ella que ya no sienten el hedor, la incomodidad, las moscas ni nada que les haga sentir mal. Han hecho de la basura su medio ambiente...
Viven cómodamente y comparten sus gustos con gente que vive igual. No hay para ellos otra forma de vida. No aspiran a salir de allí. Allí viven, crecen, se multiplican y mueren...
¿Se imagina cuando sacan sus documentos? ¿Lugar de nacimiento? Basurero municipal...
La basura no es lugar para vivir. Dios no hizo al ser humano para vivir en medio de la basura. Al contrario, Dios hizo para el hombre y la mujer un jardín encantador que les dio por vivienda. Fue la derrota, la sensación de desgracia y fracaso, lo que los llevó a alojarse entre los desperdicios y las alimañas. Los gadarenos no aceptaron el jardín que Jesús les ofrecía. Prefirieron seguir viviendo entre las porquerizas de sus animales, sus malos olores y sus excrementos...
Así mismo hay muchas personas hoy en día que, pudiendo vivir en la limpieza y en el orden, en la belleza y en la cultura, prefieren vivir en medio de desperdicios y desechos morales. Porque vivir en medio de chismes y discordias, de peleas, de insultos y maltratos, es vivir entre la basura.
Vivir en borracheras continuas, en drogas y delitos; andar ocultando con vergüenza una doble vida; practicar descaradamente toda suerte de aberración moral, adulterios, abandono de hijos, desfalcos monetarios y traición de confianzas, es vivir entre la basura. No sólo la ciudad tiene sus basureros; también los tiene la sociedad que vive en ella.
Cristo quiere librarnos de toda basura moral. Él quiere darnos una vida limpia. Él quiere que vivamos en armonía y paz. Él quiere proporcionarnos una completa y total emancipación. Aceptemos el hogar de Dios. Reconozcamos que lo único que Él desea es llevarnos a Su Jardín, pero no en el cielo sino aquí en la tierra. Un jardín lleno de buenos aromas, un jardín de placer espiritual y material, un jardín de belleza interior... belleza de alma. No vivamos más en los basureros de este mundo. Sólo en Cristo hay verdadera pureza.
Tristemente, hay mucha gente que se dice cristiana pero vive en un continuo basurero moral. Llevan su basura a todos los cultos de la Iglesia... Tenga cuidado... usted puede ser contaminado por algún gadareno que no quiera aceptar la Libertad que solo Jesús ofrece. Los puercos no es todo lo que existe en el mundo. Hay algo más... mucho más que disfrutar... ¡Oh! y que, sobre todo... huele bien...
La basura, aunque hedionda, es atractiva para algunas gentes.
Están tan acostumbrados a vivir entre ella que ya no sienten el hedor, la incomodidad, las moscas ni nada que les haga sentir mal. Han hecho de la basura su medio ambiente...
Viven cómodamente y comparten sus gustos con gente que vive igual. No hay para ellos otra forma de vida. No aspiran a salir de allí. Allí viven, crecen, se multiplican y mueren...
¿Se imagina cuando sacan sus documentos? ¿Lugar de nacimiento? Basurero municipal...
La basura no es lugar para vivir. Dios no hizo al ser humano para vivir en medio de la basura. Al contrario, Dios hizo para el hombre y la mujer un jardín encantador que les dio por vivienda. Fue la derrota, la sensación de desgracia y fracaso, lo que los llevó a alojarse entre los desperdicios y las alimañas. Los gadarenos no aceptaron el jardín que Jesús les ofrecía. Prefirieron seguir viviendo entre las porquerizas de sus animales, sus malos olores y sus excrementos...
Así mismo hay muchas personas hoy en día que, pudiendo vivir en la limpieza y en el orden, en la belleza y en la cultura, prefieren vivir en medio de desperdicios y desechos morales. Porque vivir en medio de chismes y discordias, de peleas, de insultos y maltratos, es vivir entre la basura.
Vivir en borracheras continuas, en drogas y delitos; andar ocultando con vergüenza una doble vida; practicar descaradamente toda suerte de aberración moral, adulterios, abandono de hijos, desfalcos monetarios y traición de confianzas, es vivir entre la basura. No sólo la ciudad tiene sus basureros; también los tiene la sociedad que vive en ella.
Cristo quiere librarnos de toda basura moral. Él quiere darnos una vida limpia. Él quiere que vivamos en armonía y paz. Él quiere proporcionarnos una completa y total emancipación. Aceptemos el hogar de Dios. Reconozcamos que lo único que Él desea es llevarnos a Su Jardín, pero no en el cielo sino aquí en la tierra. Un jardín lleno de buenos aromas, un jardín de placer espiritual y material, un jardín de belleza interior... belleza de alma. No vivamos más en los basureros de este mundo. Sólo en Cristo hay verdadera pureza.
Tristemente, hay mucha gente que se dice cristiana pero vive en un continuo basurero moral. Llevan su basura a todos los cultos de la Iglesia... Tenga cuidado... usted puede ser contaminado por algún gadareno que no quiera aceptar la Libertad que solo Jesús ofrece. Los puercos no es todo lo que existe en el mundo. Hay algo más... mucho más que disfrutar... ¡Oh! y que, sobre todo... huele bien...
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