SOLO DI LA PALABRA... (Luc. 7:7)

Alguien tenía que hacerlo.
Y no fue Pedro. Ni Jacobo ni Juan.
No fue ninguno de los apóstoles...
Ningún judío de los que lo escuchaban lo impresionó tanto con su fe...
Fue un gentil. Un soldado romano acostumbrado a dar órdenes. Un romano que se esperaba que actuara con prepotencia, con orgullo militar y con énfasis en su petición: "Mi siervo está enfermo. Sánalo". Así, en seco. Sin preámbulos. Sin protocolo. Un oficial romano sabe dar órdenes. Y sabe darlas porque primero sabe obedecerlas. Un soldado no piensa, solo obedece. No analiza, solo cumple lo ordenado. No ve distancias, obstáculos, problemas ni nada parecido. Solo escucha una órden y la cumple. Punto.

¿Y qué responde el Capitan? "Yo iré..." ¡Asombroso! ¿no es cierto? Un Capitan obedeciendo a un oficial de menor rango. ¡Ah! y de otro ejército... Porque Jesús es el Capitan del Ejército de Dios y el centurión es un oficial del Ejército de Roma.

Sin embargo, Jesús, Dios hecho Carne, se sujeta a sus autoridades. Mientras Él estuvo en la tierra obedeció lo que sus autoridades le ordenaron: "Paga impuestos" Y los pagó. "Sana a mi siervo" y lo sanó. "Sana a mi hija enferma" y Jairo vio su milagro. "Tienen hambre..." Y les dió pan...

Pero en esta ocasión, las cosas tomaron otro rumbo. Cuando el centurión vio que Jesús estaba dispuesto a caminar no sé cuantas cuadras para llegar a su cuartel y sanar a su soldado enfermo... le habló y le cambió la órden. No vengas, Jesús, no vengas. No es necesario que camines hasta donde está mi soldado. ¿Sabes por qué? Porque creo muy dentro de mi que Tú tienes más poder que yo... Porque si yo, siendo un simple centurión le digo a mis soldados que hagan algo, lo hacen... Si con una simple palabra muevo el cuerpo de un soldado, si con una órden yo hago que gente obedezca... cuánto más Tú, que eres Dios. Solo dí la Palabra. Solo ordena a esa enfermedad que salga del cuerpo de mi siervo y estoy seguro que lo dejará tranquilo. Porque, Jesús, comprendo que yo puedo ordenar muchas cosas a los soldados... pero ordenarle algo al infierno... es otra cosa. Eso solo Tú puedes hacerlo... Y, como también conozco el poder que hay en las palabras... sólo dila. Sólo habla. Sólo ordena. No vengas. Solo envía Tú Palabra y ella hará lo que Tú digas... Porque ese es mi estilo: Yo hablo y los demás obedecen. Entonces, mi Capitán, usted solo ordene y su órden será cumplida...

Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande. (vv.9) ¿Fe? ¿Por qué fe? ¿En donde está cimentada la fe del centurión para que Jesús lo mencione?

El centurión impresionó a Jesús porque tuvo fe en la Palabra... Igualito a nosotros... ¿verdad?

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