¿QUIERES SER SANO? (Jn. 5:6)
¡Qué pregunta! ¿verdad?
"Si estoy acostado hace treintiocho años en este catre que ya hiede a todo menos a Carolina Herrera... es lógico que desee ser sano, Jesús"... Han sido treintiocho años que no veo a mi familia. Treintiocho años que no beso a mis hijos, que no abrazo a mi mujer, que no me como un Crémme brulet... ni un Tiramisú...¿como me preguntas entonces si quiero ser sano? ¿Acaso no es obvio que lo necesito? ¿Crees que estoy en este estanque pasando unas deliciosas vacaciones? ¿Acaso crees que respirar este tufo a sudor y excrementos humanos es como oler un ramo de rosas...? ¡Por favor, Jesús, no me hagas esa clase de preguntas!
Creo, como buen humano, que ese debió haber sido el diálogo interno que el paralítico del estanque de Betesda tuvo en su interior cuando Jesús se acercó a él y le soltó la famosa pregunta: "¿Quieres ser sano?"
Son las cosas que nos desagradan de Jesús. Está viendo nuestras deudas y nos pregunta si queremos que nos las pague. Está viendo que estamos hundidos en el lodo del pecad y nos pregunta si queremos que nos saque de allí. Nos está viendo ir al infierno y nos pregunta si deseamos cambiar de rumbo... Está viendo que mi esposa me exprime el sueldo y todavía me dice que la ame... está viendo que el sueldo no me alcanza y aún así me pide el diezmo...
Son preguntas extrañas. Claro, extrañas para nosotros. No para Él. Porque sinceramente, nos cuesta comprender a Jesús. Hace preguntas raras. ¿Quieres ser sano? le pregunta al paralítico. Como si estar en ese pedazo de cartón fuera agradable... Y el paralítico, por supuesto, responde como lo hacemos nosotros. Exactamente igual. ¡Ah! y hasta enojados... Porque eso es lo que vemos en la respuesta del dichoso paralítico. Le hecha la culpa a todos. Que si entran primero. Que si no lo ayudan. Que si nadie se fija en él. Que si esto... que si lo otro. El paralítico nos hace creer que él es un pan caído del Cielo. Que la culpa la tienen todos... menos él. Que él está en esa condición por culpa de los demás que son unos egoístas. Solo piensan en ellos y no en mi. Nadie me cantó mi happy birdthay este año. No me quebraron pinata ni me trajeron pastel... ¿Y así quieres que esté contento? ¡Por favor...!
Y eso fue lo que vio Jesús.
Él no vio el catre. No vio la parálisis. No vio las piernas fláccidas. No vio la suciedad del lugar... No sintió el hedor a sudor del estanque...
Lo que vio Jesús fue un mar de amargura que había dentro del corazón del hombre. Vio el nudo de cólera y celo que el enfermo tenía dentro. Sintió el tufo pestilente que había en el alma del paralítico. Jesús lo que vio fue a un hombre amargado con la sociedad. Él no vio el catre, vio el odio y el enojo...
Por eso la pregunta: ¿Quieres ser sano? Jesús no le preguntó si quería sanar del cuerpo sino del alma...
¡Maravilloso! Jesús sabe poner el dedo en la llaga. No en la llaga externa sino en la llaga interna... Cuando el paralítico entendio la pregunta, Jesús hizo lo más fácil... "Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar". (vv. 8 y 9) Tenemos que aprender a entender las preguntas de Jesús... ¿no le parece?
"Si estoy acostado hace treintiocho años en este catre que ya hiede a todo menos a Carolina Herrera... es lógico que desee ser sano, Jesús"... Han sido treintiocho años que no veo a mi familia. Treintiocho años que no beso a mis hijos, que no abrazo a mi mujer, que no me como un Crémme brulet... ni un Tiramisú...¿como me preguntas entonces si quiero ser sano? ¿Acaso no es obvio que lo necesito? ¿Crees que estoy en este estanque pasando unas deliciosas vacaciones? ¿Acaso crees que respirar este tufo a sudor y excrementos humanos es como oler un ramo de rosas...? ¡Por favor, Jesús, no me hagas esa clase de preguntas!
Creo, como buen humano, que ese debió haber sido el diálogo interno que el paralítico del estanque de Betesda tuvo en su interior cuando Jesús se acercó a él y le soltó la famosa pregunta: "¿Quieres ser sano?"
Son las cosas que nos desagradan de Jesús. Está viendo nuestras deudas y nos pregunta si queremos que nos las pague. Está viendo que estamos hundidos en el lodo del pecad y nos pregunta si queremos que nos saque de allí. Nos está viendo ir al infierno y nos pregunta si deseamos cambiar de rumbo... Está viendo que mi esposa me exprime el sueldo y todavía me dice que la ame... está viendo que el sueldo no me alcanza y aún así me pide el diezmo...
Son preguntas extrañas. Claro, extrañas para nosotros. No para Él. Porque sinceramente, nos cuesta comprender a Jesús. Hace preguntas raras. ¿Quieres ser sano? le pregunta al paralítico. Como si estar en ese pedazo de cartón fuera agradable... Y el paralítico, por supuesto, responde como lo hacemos nosotros. Exactamente igual. ¡Ah! y hasta enojados... Porque eso es lo que vemos en la respuesta del dichoso paralítico. Le hecha la culpa a todos. Que si entran primero. Que si no lo ayudan. Que si nadie se fija en él. Que si esto... que si lo otro. El paralítico nos hace creer que él es un pan caído del Cielo. Que la culpa la tienen todos... menos él. Que él está en esa condición por culpa de los demás que son unos egoístas. Solo piensan en ellos y no en mi. Nadie me cantó mi happy birdthay este año. No me quebraron pinata ni me trajeron pastel... ¿Y así quieres que esté contento? ¡Por favor...!
Y eso fue lo que vio Jesús.
Él no vio el catre. No vio la parálisis. No vio las piernas fláccidas. No vio la suciedad del lugar... No sintió el hedor a sudor del estanque...
Lo que vio Jesús fue un mar de amargura que había dentro del corazón del hombre. Vio el nudo de cólera y celo que el enfermo tenía dentro. Sintió el tufo pestilente que había en el alma del paralítico. Jesús lo que vio fue a un hombre amargado con la sociedad. Él no vio el catre, vio el odio y el enojo...
Por eso la pregunta: ¿Quieres ser sano? Jesús no le preguntó si quería sanar del cuerpo sino del alma...
¡Maravilloso! Jesús sabe poner el dedo en la llaga. No en la llaga externa sino en la llaga interna... Cuando el paralítico entendio la pregunta, Jesús hizo lo más fácil... "Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar". (vv. 8 y 9) Tenemos que aprender a entender las preguntas de Jesús... ¿no le parece?
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