LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE...

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas. (Mat. 23:23)
 
¿Cómo? ¿Entonces no es suficiente saberme todos los coros que se cantan en la congregación?
¿No es suficiente entonces dar mis ofrendas y diezmos?
¿No vale entonces que llegue temprano a limpiar las sillas de la Iglesia, a barrer los pisos y limpiar los baños?
El activismo ha suplantado lo verdaderamente importante... Y Jesús les pone a los fariseos de ayer y de hoy un dedo bien profundo en la llaga de la religión. Porque lamentablemente en eso hemos caído, en religión. Estamos contentos cuidando el parqueo de la Iglesia, estamos contentos recogiendo las ofrendas de pie ante los demás y muy felices activando en los ministerios...Pero hemos descuidado lo que Jesús nos pide: Justicia, misericordia y fidelidad...
 
Estas tres se destacan como las medidas de verdadera obediencia piadosa. Eso no debería ser una sorpresa para nadie que sabe quién es Dios y cómo actúa. La verdadera prueba de nuestra relación con Dios y con los demás, se encuentra en estas tres cosas.

Hacer justicia es  actuar hacia los demás, de manera que glorifique a Dios. Esos actos dan cuenta de la dignidad  que Dios puso en el hombre para redimir la tierra de manera que refleje los valores de los cielos. Porque todos sabemos que la Verdadera Justicia no puede venir de los hombres. Pregúntele a cualquier narco que cae en las manos de la autoridad, cómo hace para salir libre en menos de lo que canta un gallo. O por qué le permiten esconderse en un hospital privado diciendo que no puede estar con los demás presos. O pregúntele quién le da el permiso para tener en su celda todos los aparatos electrónicos que nadie más puede tener. La justicia de los hombres es imperfecta. Se vende al mejor postor... Para eso fuimos puestos en medio de todo esto: para demostrar la Verdadera Justicia –así, con mayúsculas- porque se supone que nosotros, los hijos de Dios ya conocemos la Verdad... y ella nos hace libres.

Mostrar la misericordia es dejar de lado mis derechos y mi agenda para que otros puedan prosperar bajo el cuidado del Señor.
En particular, esto significa aceptar las consecuencias por otros para que yo pudiera participar en el perdón que Jesús  me ha brindado. Ser misericordioso significa darle lo primero a los demás. Lo mejor de mi mismo. Conocer sus motivos por los cuales caen en pecado. No estoy hablando de ser tolerantes con el pecado pero sí con el pecador. Misericordia significa amor por la miseria. ¿No éramos eso nosotros cuando Cristo nos alcanzó?
Fieles en seguir la Palabra de Dios. La fidelidad no es simplemente cumplir con su palabra. Se trata de mantener su promesa de actuar como un ciudadano del Reino de Dios donde Él determina lo que es bueno y lo prohibido. Es vivir de una manera que lo diferencie del mundo, ya que absorben sus instrucciones y se manifiestan  cada día. Esto significa que si yo, escuchando tanta Palabra los días de servicio no cambio mi forma antigua de ser, algo anda mal en mi. El evangelio no se trata de información sino de transformación. Si su vida  no está siendo transformada por la Palabra que le predico... mejor búsquese otro pastor que le enseñe lo correcto. Un pastor que sea fiel al Señor y a sus Enseñanzas. Porque de eso se trata el Evangelio. Es el Evangelio de Jesucristo... no el mío. Ni el suyo. Punto. Jesús es pragmático. Sí, es bueno diezmar. Sí, es bueno ofrendar. Es bueno servir en la Iglesia. Es bueno participar en el evangelismo. Es bueno ir a limpiar los baños y cuidar los carros de los hermanos... pero también es necesario y urgente mostrar estas tres cualidades...
Cuando estas tres están en su lugar, creo que vamos a encontrar que todos los demás sigan nuestro ejemplo....

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