VE Y MATA... NIÑOS... (1 Sam. 15:3)
"Ve ahora, y ataca a Amalec, y destruye por completo todo lo que tiene, y no te apiades de él; antes bien, da muerte tanto a hombres como a mujeres, a niños como a niños de pecho, a bueyes como a ovejas, a camellos como a asnos."
En una ocasión un teólogo cristiano me cuestionó del por qué el Señor da esta orden a Saúl por medio de Samuel. La orden es ingrata, me dijo. No puedo creer en un Dios que ordene que maten animales y niños de pecho por culpa de un rey que no quiso plegarse a sus instrucciones como lo fue Amalec. No entiendo a ese Dios...
Gloria al Señor por mi maestro en la Palabra del Señor que me enseñó con mucha autoridad y conocimiento los misterios que hay debajo de la tinta que forma la Palabra de Dios. Y glorifico al Señor también porque me ha enseñado que cuando Él da una órden, Él sabe por qué y para qué la da. No estamos creyendo en un Dios caprichoso. En un Dios que hoy dice una cosa y mañana la cambia. No. Estamos ante un Dios Poderoso que cuando dice que blanco es blanco... es porque blanco es blanco. No gris.
Claro, a muchos de nosotros no nos gusta esa clase de órdenes. Porque en nuestro pensamiento griego las cosas no funcionan como en el mundo de Dios que es hebreo. Quizá por eso arreglamos Su Palabra a nuestro sabor y antojo, porque no comprendemos a cabalidad lo que Él espera de nosotros...
Bien: ¿y qué espera Él de nosotros? ¡Sencillo! O b e d i e n c i a.
Algo que no estamos muy dispuestos a dar. Porque hemos sido enseñados a vivir en democracia no en teocracia. En la democracia que es griega, manda el pueblo. Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios. Vaya usted a saber si es cierto...
En la Teocracia quien manda es Dios.
Y eso fue lo que olvidó Saúl. Pensó que porque el pueblo lo había nombrado rey de Israel podía hacer lo que quisiera. No sabía que detrás de todo estaba la Mano del Dios Todopoderoso. Es Él quien mueve los hilos de nuestra existencia. Si usted olvida eso... ya se metió en problemas.
Y la bendita órden que muchos no entienden tiene su explicación. Saúl tenía que haber matado todo lo que se relacionara con Amalec. Su tierra, sus habitantes, sus animales y aún los niños, hasta los de pecho. No solo los que estaban en kindergarten... también los que acaban de nacer.
¿Por qué?
Porque, mi querido lector... Ese niño va a crecer. Ese niño que hoy está mamando la leche de su madre, muy pronto será adulto... Y entonces veremos el resultado de dejarlo vivo.
Ese pequeño pecado va a crecer...Ese vicio que hoy empieza más adelante será una atadura dificil de romper. Esos celos que hoy dan risa... mañana destruiran su hogar. Esas palabras chistosas que salen de la boca del niño, mañana serán insultos a la autoridad. Ese deseo de ver a mamá desnuda en el baño, mañana se convertirá en un voyeurista depravado. Ese cigarrillo que se fuma como broma, mañana será un vicio insoportable...
Eso eran los niños que había que matar. Esas criaturas inocentes que estaban en brazos de las madres, mañana se convertirian en los enemigos sanguinarios de Israel. ¡Mátalos! había dicho el Señor...
Pero Saúl no obedeció. Y Amalec estaba feliz. Lo había dejado vivito y coleando, escondido para que no se escapara... Pero el pecado no puede estar escondido. Hay que matarlo. Hay que cortarle la cabeza para que no siga viviendo... Eso fue lo que hizo Samuel. Cortó en pedazos a Amalec.
Y Saúl perdió el reino. No supo obedecer. Se creyó mejor que Dios y le perdonó la vida a los niños y a los animales y a su rey Amalec. Creyó que Dios era demasiado exagerado. Que los niños eran unas criaturas inocentes que no habían hecho nada malo... Era cierto. Pero lo iban a hacer. Tenían las herencias de su padre Amalec... por lo tanto había que acabar con ellos.
¿Qué niños tendrá usted que matar este día? Yo sé cuáles son los míos... Mis ojos me lo dicen.
En una ocasión un teólogo cristiano me cuestionó del por qué el Señor da esta orden a Saúl por medio de Samuel. La orden es ingrata, me dijo. No puedo creer en un Dios que ordene que maten animales y niños de pecho por culpa de un rey que no quiso plegarse a sus instrucciones como lo fue Amalec. No entiendo a ese Dios...
Gloria al Señor por mi maestro en la Palabra del Señor que me enseñó con mucha autoridad y conocimiento los misterios que hay debajo de la tinta que forma la Palabra de Dios. Y glorifico al Señor también porque me ha enseñado que cuando Él da una órden, Él sabe por qué y para qué la da. No estamos creyendo en un Dios caprichoso. En un Dios que hoy dice una cosa y mañana la cambia. No. Estamos ante un Dios Poderoso que cuando dice que blanco es blanco... es porque blanco es blanco. No gris.
Claro, a muchos de nosotros no nos gusta esa clase de órdenes. Porque en nuestro pensamiento griego las cosas no funcionan como en el mundo de Dios que es hebreo. Quizá por eso arreglamos Su Palabra a nuestro sabor y antojo, porque no comprendemos a cabalidad lo que Él espera de nosotros...
Bien: ¿y qué espera Él de nosotros? ¡Sencillo! O b e d i e n c i a.
Algo que no estamos muy dispuestos a dar. Porque hemos sido enseñados a vivir en democracia no en teocracia. En la democracia que es griega, manda el pueblo. Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios. Vaya usted a saber si es cierto...
En la Teocracia quien manda es Dios.
Y eso fue lo que olvidó Saúl. Pensó que porque el pueblo lo había nombrado rey de Israel podía hacer lo que quisiera. No sabía que detrás de todo estaba la Mano del Dios Todopoderoso. Es Él quien mueve los hilos de nuestra existencia. Si usted olvida eso... ya se metió en problemas.
Y la bendita órden que muchos no entienden tiene su explicación. Saúl tenía que haber matado todo lo que se relacionara con Amalec. Su tierra, sus habitantes, sus animales y aún los niños, hasta los de pecho. No solo los que estaban en kindergarten... también los que acaban de nacer.
¿Por qué?
Porque, mi querido lector... Ese niño va a crecer. Ese niño que hoy está mamando la leche de su madre, muy pronto será adulto... Y entonces veremos el resultado de dejarlo vivo.
Ese pequeño pecado va a crecer...Ese vicio que hoy empieza más adelante será una atadura dificil de romper. Esos celos que hoy dan risa... mañana destruiran su hogar. Esas palabras chistosas que salen de la boca del niño, mañana serán insultos a la autoridad. Ese deseo de ver a mamá desnuda en el baño, mañana se convertirá en un voyeurista depravado. Ese cigarrillo que se fuma como broma, mañana será un vicio insoportable...
Eso eran los niños que había que matar. Esas criaturas inocentes que estaban en brazos de las madres, mañana se convertirian en los enemigos sanguinarios de Israel. ¡Mátalos! había dicho el Señor...
Pero Saúl no obedeció. Y Amalec estaba feliz. Lo había dejado vivito y coleando, escondido para que no se escapara... Pero el pecado no puede estar escondido. Hay que matarlo. Hay que cortarle la cabeza para que no siga viviendo... Eso fue lo que hizo Samuel. Cortó en pedazos a Amalec.
Y Saúl perdió el reino. No supo obedecer. Se creyó mejor que Dios y le perdonó la vida a los niños y a los animales y a su rey Amalec. Creyó que Dios era demasiado exagerado. Que los niños eran unas criaturas inocentes que no habían hecho nada malo... Era cierto. Pero lo iban a hacer. Tenían las herencias de su padre Amalec... por lo tanto había que acabar con ellos.
¿Qué niños tendrá usted que matar este día? Yo sé cuáles son los míos... Mis ojos me lo dicen.
Paz Inverencial. Magnífico aporte. La obediencia produce nuestra justificación, y Dios es quien justifica. Por la Obediencia, fue justificado Abrahán; se le dijo: toma a tu hijo Isaac, sacrifícalo y ofrécemelo en holocausto! Y Abrahán fue...Eso se llama OBEDIENCIA. En cambio Adán y Eva: Adán, no tenía que obedecer las intenciones de su mujer...e hizo caso a las palabras de su mujer...! Eva, no tenia que desobedecer a Dios tocando un árbol...y tocó el árbol. Eso se llama Desobediencia. La desobediencia resta justificación de parte de Dios. El libre albedrío, se originó en la desobediencia. Del libre albedrío aparecen las democracias, y las democracias se inventas derechos, que le permiten al hombre desobedecer, a la mujer desobedecer, a los niños desobedecer, a los animales desobedecer, a los homosexuales desobedecer. La desobediencia inconsciente se debe a que el hombre, no sabe que debe buscar a Dios, reconocerlo como Padre y adorarle para que lo reconozca como Hijo, y le perdone. Dios, está esperando que todos los hombres inconscientes, sepan esto y despierten oníricamente. Oniria, es el paisaje de los sueños. En el paisaje de los sueños, los justos y lo injustos podremos ver a Dios, si lo buscamos. Allí, podremos hablar con Él Cara a cara, con franqueza, sin miedo y sin quemarnos con su RESPLANDOR. Porque, Dios El Padre, es realmente El Sol Espiritual y con Él habla todo aquel que es obediente a los preceptos escritos según las Santas Escrituras, como lo hacía al principio Abrahán, Isaac, Jacob, David, Salomón y todos los Iluminados de Dios como el profeta Jonás. Citas Bíblicas sugeridas: Génesis 28, 10-19; 1Reyes 3, 5-15; 2Corintios 3, 12-18.
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