MEFIBOSET, DE PRINCIPE A PERRO... (3a. PARTE y final)

Se postró él de nuevo, y dijo: ¿Quién es tu siervo, para que tomes en cuenta a un perro muerto como yo? (2 Sam. 9:8)

David ha enviado a traer a Mefiboset. Lo encuentran en Lodebar. La muchacha que lo salvó no tenía otro lugar a donde llevarlo más que el que ella conocía: El basurero... El cantón. El pueblo. El barrio.

Aunque ella sabía que ese niño era príncipe, no tuvo los recursos necesarios para educarlo como tal. Por lo tanto le dio lo único que tenía: amor. Lo educó para amar pero no para vencer. Habemos muchos de nosotros que fuimos enseñados a trabajar pero no a amar. Fuimos educados para triunfar pero no para ser tiernos. Fuimos enseñados a odiar pero no a respetar... Mefiboset fue enseñado a vivir... pero en la mediocridad...

Y se asombra cuando el Rey lo tiene enfrente. Se siente inmensamente mal. ¿Qué puede querer de mi el Rey? ¿De mi, que no soy nada? ¿De mi que provengo de cuna humilde? ¿De mi que ni siquiera el bachillerato logré sacar? Son preguntas fuertes y dolorosas.

Y el Rey le dice: Mefiboset: tú eres príncipe. Y los príncipes no comen basura. Los príncipes comen vianda, comen manjares, comen ambrosía.  La basura es para los pordioseros. El manjar es para los príncipes. Y tú no eres  plebeyo. Tú mereces el néctar. El néctar es para los ricos. Y tú eres rico, mi amigo. Si eres principe no tienes nada que hacer en Lodebar. Tu puesto está aquí, entre los reyes, entre los herederos al Reino, entre los principales del reino. Tu mesa no es aquel pedazo de plástico entre la basura del mundo. Tu mesa, mi querido amigo, es en este lugar... a mi lado...

¿Ve el título que se pone Mefiboset cuando se presenta ante el rey? Se autonombra "perro". En aquellos tiempos significaba que no se era parte del pueblo elegido.  Lo mismo le dijo aquella mujer a Jesús cuando le pidió las migajas de su Misericordia. Los "perros" eran abominables. Eran los gentiles. Los desheredados de la sociedad. Y Mefiboset se ha autoexiliado. Se siente "perro" cuando ve la majestuosidad y la riqueza del rey David. No se cree merecedor de tanta misericordia por el hecho de no creerse principe... aunque lo era.

Y el rey lo sienta a su mesa. Como el Rey del Universo desea hacerlo con usted y conmigo...

Yo ya acepté Su invitación. Antes era "perro"... ahora soy principe y como de su Mesa... ¿Y usted...?

Comentarios

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