DOS VESTIDOS...

Deut. 22:11 No vestirás ropa de lana y lino juntamente.

¿Acaso está Dios interesado en lo que vestimos? ¿Le interesa realmente que cuidemos la ropa que usamos? Bueno. En este tema hay mucha tela que cortar. Unos critican a los que enseñamos que el cristiano debe vestir adecuadamente a su confesión.  Las mujeres deben vestirse como mujeres y los hombres pues igual: como hombres.
A propósito de esto: Le dejo una pregunta a ver si me la puede responder...
Vemos  menudo mujeres usando pantalón. (Que conste: este artículo no pretende sentar una cátedra sobre esto), pero me pregunto si hay pantalones de hombre y pantalones de mujer. Porque sencillamente un pantalón es un pantalón, ¿cierto? Bueno, pero no entremos en discusiones que no nos van a llevar a ninguna parte. La pregunta que le tengo es la siguiente: Cuando vemos a una mujer usando pantalón, damos por sentado que ese bendito pantalón es de mujer... ¿estamos de acuerdo? Ahora bien: Si usted ve a un hombre usando una falda... ¿podrá alguien pensar que es falda de hombre...?
Se lo dejo de deber, como decía mi maestra de primaria...

Pero volvamos al encabezado de mi artículo de hoy: Dos vestidos. Deuteronomio dice que no debemos vestir ropa de lana y lino al mismo tiempo. ¿Está hablando Dios de dos hilos diferentes? Creo que no.

Lo que El Señor nos está ordenando aquí es algo sencillo: No podemos vestirnos de lana... como las ovejas en la Iglesia los Domingos y vestirnos de lino como la gente de la calle del lunes en adelante. Porque en realidad, eso es lo que hacemos muchas veces.

En la Iglesia somos ovejas. Nos vestimos como ovejas. Hablamos como ovejas. Cantamos como ovejas. Saludamos como ovejas. Actuamos como ovejas...

Pero, ¡oh! desilusión: al salir somos como la gente común. Nos quitamos la ropa de lana y nos ponemos la ropa de lino. El lino era la ropa típica de los habitantes de Egipto antiguo. Es más, ellos la producían. Era su industria. Y nosotros, ignorantemente, los días de la semana nos vestimos como ellos...

Hablamos egipcio. Saludamos como los egipcios. Comemos como los egipcios. Vivimos como los egipcios. Peleamos como los egipcios (¿recuerda a Moisés en Egipto retorciéndole el cuello a aquel hombre?), trabajamos como los egipcios... nos vestimos como ellos...

Bien. ¿Qué me dice ahora? ¿Está Dios realmente interesado en nuestra forma de vestir o es solamente uno de "tantos" versos que no entendemos...?


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