ABUELA Y MADRE...

Porque tengo presente la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también (2 Tim. 1:5)

¡Asombroso! ¡Qué buen trabajo hicieron estas dos mujeres!
En primer lugar vemos que Pablo exhorta a su alumno Timoteo a que siga viviendo en el estilo de vida en el cual fue enseñado.  Pablo no duda que la fe de su discípulo es sincera. Fue bien cimentada desde su niñez. No hay duda que sus padres hicieron un excelente trabajo con ese joven.
Hoy, Timoteo es todo un pastor. Dirige una de las congregaciones de Asia que Pablo fundó y lo dejó a él a cargo de aquellas ovejas. Confió en su alumno por muchas razones, pero una en especial le llamó la atención: Su fe.
Pablo sabía perfectamente que su alumno no lo iba a dejar avergonzado. Sabía que si pasaba alguna situación extrema, Timoteo saldría adelante sin rebajar su estándar. Su carácter no era negociable. No tenía precio. Sus fundamentos estaban bien puestos y su principio de vida era inalterable...

¿Como se logró esto? Dos mujeres se encargaron de cimentarlo en la fe: Su abuela Loida y su mamá Eunice. Lo asombroso de todo esto es que según los historiadores, Timoteo era hijo de padre griego. Su padre no conocía la Torá. Su padre no conocía al Dios de los judíos. Su padre adoraba el estadio, estudiaba a Sócrates y Platón. Al papá de Timoteo le tenían sin cuidado obedecer mandamientos que no conocía. Él solo sabía lo que sus sabios le habían enseñado: Cultura, deportes, hedonismo, belleza física, misterios ocultos y muchas cosas esotéricas más.

Pero no su abuela. Y ella se preocupó por instruir a su nieto en la Palabra del Dios Verdadero. Y luego su madre, digna discípula de Loida, se interesó por guiar a su niño en los caminos de la Torá. Le enseñó a guardar el sábado. Le enseñó el Pentateuco de memoria. Le enseñó  a obedecer los mandamientos. Le enseñó a honrar a su padre y a su madre. Le enseñó todo lo que Dios había dicho en Deuteronomio: Repetirás estas palabras a tus hijos...

¿Se imagina cuando el papá de Timoteo se lo llevaba a una de las fiestas griegas? ¿Se puede imaginar a Timoteo presenciando las peleas y luchas en el estadio, viendo violencia? ¿Se imagia usted cuando el papá de Timoteo se lo llevaba a visitar a su abuela paterna y estar en las fiestas griegas familiares? ¿Se imagina cuando el papá lo llevó a la Academia a aprender y estudiar a Sófocles? Todo eso debió haber vivido el niño Timoteo...

Pero no contamos con que, al regresar a casa... la abuela y la madre le borraban todas esas imágenes en la mente de su pequeño. Lucharon a cuerpo y espada para mantenerlo, aún a costa de la cultura paterna, alejado de las costumbres griegas. Alejado de los eruditos griegos y le inculcaron en su corazón las enseñanzas de la Palabra del Dios de su abuela y de su madre...

¿Resultado? Pablo lo escoge años después como uno de sus pastores asociados. Y en esta carta le recuerda que desde niño ha sabido las Escrituras gracias a la labor incansable de aquellas dos mujeres que marcaron el destino del niño griego que llegó a ser el hombre de Dios...

¿Qué trabajo estamos haciendo en nuestros hijos? Hoy no hay que arrebatarlos de Platón ni de Sócrates: Hoy hay que arrebatarlos del Rock satánico. De los juegos electrónicos. De la pornografía. De la rebeldía. De las drogas. Del sexo fácil. Del condón escolar...

No hay excusa. Podemos continuar produciendo Timoteos para Dios y su Iglesia. De nosotros depende...

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS