LOS CUERVOS...
Según me contó mi maestro y mentor Dr. Otoniel Ríos, de grata recordación en Guatemala, los cuervos que salieron del Arca de Noé a ver si el diluvio ya había pasado, fueron la misma especie que le llevó carne al profeta Elías cuando éste se escondió en la cueva de Querit...
Los cuervos de Noé ya no regresaron. Por una obvia razón. Eran animales carroñeros. Se pusieron felices porque después de pasar cuarenta días comiendo paja en el Arca, al fin había carne qué comer. ¡Al fin pudieron darse un festín porque toda la tierra estaba llena de cadáveres de animales ahogados! Es decir, que lo que a nosotros nos parece asqueroso... para ellos es un manjar. ¿Se imagina? Disculpe el comentario, pero... ¿a qué olerían sus picos? ¿A qué olerían sus plumas después de esa comilona? ¿A qué olerían sus patas después de pararse en cada cadáver? Bueno, no sigo porque estoy escribiendo esto antes de mi desayuno y no quiero arruinármelo...
Pero es una verdad ineludible que esos animales eran todo... menos limpios. No olían a Carolina Herrera ni mucho menos a Diamantes Blancos... Olían a carroña. Sucia y simple carroña...
Remontémonos ahora a la cueva de Elías. El hombre está solo. Cuatro paredes lo protegen. De la pared de la cueva sale agua y el Señor le ha dicho que allí, precisamente allí lo va a sustentar. Que confíe en Él, que Él sabe lo que está haciendo. Que espere porque Él le enviará comida. ¿Acaso no es todo lo que necesita el hombre de Dios? Comida y agua. Es todo lo necesario para vivir. Lo demás, como dijo Pablo años después, es basura. Bueno, no dijo eso precisamente pues usó una expresión también fea pero cierta. Lo demás es lujo... Así que allí lo tenemos. Sentado. Meditabundo. Pensativo. ¿Qué irá a hacer el Señor para enviarle pan y carne como lo prometió? ¿Irá a llegar algún carnicero o panadero acaso? Aunque se supone que nadie debe saber dónde está escondido... así que Elías, como usted y como yo, está pensando qué va ha hacer el Señor. ¿Como nos irá a sacar de este embrollo? ¿Cómo irá a sanar esta amenaza de cáncer? ¿Como irá a pagar las deudas que nos ahogan? ¿Como? ¿Cómo y como?
Así que de pronto, en la entrada de la cueva aparecen dos animales plumados. Negros. De ojos pequeños y rojizos. Son dos cuervos... Llevan en sus picos dos bocados: Uno lleva un delicioso pedazo de puyazo. El otro una hogaza de pan recién horneado... Así que ahora hay agua, carne y pan. ¿Se imagina al profeta? ¿Estará examinando a los animales? ¿Estará estudiando a qué clase de aves pertenecen? ¿Estará analizando su origen? ¿Estará buscando en una enciclopedia de qué sub clase son? El hambre aprieta. Los chirridos en el estómago se escuchan en toda la cueva... y allí están los cuervos, viéndolo fijamente con sus ojillos rojos y sus plumas manchadas de sangre... La carne y el pan se ven deliciosos... Pero son cuervos, hermano Carlos, son cuervos. Son animales carroñeros. Apestan. Huelen a podrido. La carne y el pan se ven sabrosos... pero los pájaros...
¿Se imagina al siervo pensando eso...? Yo creo que tuvo que dejar de lado sus escrúpulos y comer... Al fin y al cabo lo que necesitaba era alimento, no saber nada de pájaros...
Los pastores somos los cuervos. Usted es Elías. El Señor pone el agua, el pan y la carne... nosotros se la servimos. ¿De donde salimos? ¿Importará en qué instituto teológico estudiamos? ¿Importará de donde somos? ¿Será importante si tenemos carnet para predicar? Eso no importa... Lo importante es que usted vaya este domingo a la Cueva de su Congregación y beba y coma. Lo demás sale sobrando.
¡Ah! debo decirle que yo, como usted, también tengo un cuervo que me da de comer... ¿Importará acaso dónde estuvo antes de llevarme mi alimento...? Buenas preguntas, ¿no le parece...?
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