TRANSFORMACIÓN TEOLÓGICA O TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL

La primera afecta la cabeza. La segunda afecta el corazón.
La primera nos llena de orgullo. La segunda nos llena de humildad.
La primera nos informa como es Dios. La segunda nos ayuda a vivir con Dios.
La primera nos aleja de Jesús. La segunda nos acerca a la Salvación...
 
Eso fue lo que experimentó Nicodemo. Era un excelente maestro de Torá en Israel del primer siglo.  Conocía las letras del alefato hebreo como la palma de su mano. Conocía a cabalidad la cantidad de letras que contenía cada libro del Antiguo Pacto. Enseñaba como quería Dios que se le adorara y como se le sirviera y como se le orara... Estaba muy orgulloso de ser quien era: un rabino de prestigio.  Su fama le abría puertas donde quiera que iba. Hasta se le abrió la puerta de la casa donde vivía Jesús. Era muy inteligente en eso de la teología. Estaba lleno de ella hasta no más poder. Creía conocer todos los misterios de la Escritura, y, por ende, tenía qué conocer la enseñanza que traería el Enviado de Dios anunciado en Isaías. El Deseado de todas las gentes estaba en Israel y Nicodemo ya sabía de antemano que iba a enseñar. ¿Acaso él no lo había enseñado a sus discípulos? "Un día –decía-, vendrá el Mesías anunciado y nos enseñará lo que Isaías nos ha dicho: bla, bla, bla... Y estaba seguro que eso era todo lo que su teología tenía para anunciar. Sus discípulos lo tenían por un buen rabino. En el Sanedrín lo respetaban. Los sacerdotes lo admiraban. Pero conoció a Jesús y sus enseñanzas... y su teología empezó a navegar en una ola de inseguridad...
 
¿Nacer de nuevo, Jesús? Tengo que...
 
Esa plática bastó para cambiarle su teología de información a una teología de transformación al rabino Nicodemo. Y, a decir verdad, eso es lo que necesitamos muchos de nosotros. Estamos llenos de conocimiento. Estamos llenos de revelación. Estamos llenos de libros de texto, de pensum teológico, estamos llenos... pero también estamos vacíos.
 
Y eso fue lo que vino a hacer Jesús: a llenarnos de Su Verdad. A llenarnos de Su Amor, de su Ternura, de su Salvación. Pero eso es precisamente lo que no queremos. No queremos saber sus reglas. Estamos contentos con las nuestras. ¿Una muestra? Escuche lo que muchos dicen en las sillas de las iglesias... "sí, eso dice allí, pero yo creo que..." Hemos hecho nuestra propia teología. Hemos sido transformados por el conocimiento para el conocimiento, pero no estamos siendo transformados espiritualmente. No estamos naciendo de nuevo. No estamos aceptando lo que Jesús dice. Estamos más cómodos con lo que nos dicen los libros antes de aceptar lo que nos dice Jesús...
 
¿Y usted? ¿Ya nació de nuevo...? ¿Qué tiene en su vida: transformación teológica, o transformación espiritual?
 

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