LA MESA...
Hay mesas y mesas. No son solo muebles, algunas son lugares de reunión, unas veces familiares, otras de negocios, otras para pecar y otras para traicionar.
Así es la cosa y no lo podemos evitar...
Por ejemplo: David escribió en uno de sus salmos: Tú aderezas mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores. Es cuando el Señor nos bendice y nos levanta delante de aquellos que han querido vernos tirados, botados por inanición, fracasados y heridos por sus intrigas y odios.
Pero también el Señor nos ha aderezado mesa delante de aquellos que nos han querido ver hundidos en el pecado. Cuando el infierno se ha levantado contra nosotros, hombres y mujeres débiles, sujetos a pasiones humanas y expuestos a ser vulnerables a las tentaciones.
Hay mesas en donde se confabulan contra su ministerio, querido pastor que me lee. Hay mesas en donde se sientan aquellos que profanan su nombre, donde se reúnen los chismosos, murmuradores, malhablados y mal intencionados. Aquellos a quienes usted o yo les caemos mal solo porque sí...
Están las mesas como en la que Jesús se sentó aquella famosa noche en que estaba cerca su hora más negra y triste. La mesa donde las traiciones de los amigos íntimos se confabulan contra nosotros. La mesa de la mentira y el engaño. La mesa donde la puñalada trapera se esconde detrás de un bocado de pan. ¿Por qué no me afrentó mi enemigo? preguntó el salmista...
Está la mesa del adulterio. Es donde se sientan aquellos de cuello blanco que salen de sus trabajos y se reúnen con sus amantes a tomar café después de la jornada, a planear como vivir su pecado en escondidas, como disfrazar su relación cuando entran en la Iglesia y los esposos de ambos están inocentemente esperándoles antes que empiece el culto...
Las mesas ejecutivas: donde se planifica despedir al cristiano que no comparte el soborno, que no comparte los vicios de sus jefes, que no comparte los chistes vulgares e infames que cuentan a la hora del café los demás compañeros...
Y están las mesas donde se invoca el Nombre del Señor antes de tomar los alimentos. Esas mesas son raras. Ya casi no existen. El tiempo y las prisas del siglo las han anulado...Han quedado como ornamentos de lo que antes fue un comedor. Hoy se come frente a la mesa del televisor viendo los programas vulgares y sexuales. Se come frente a la mesa donde está la computadora para seguir navegando entre bocado y bocado. Se come en la mesa del restaurante frente al plasma donde se transmite el último partido de la Copa de Naciones, donde, en lugar de decir Amén, se dice Gooool...
Hay mesas y mesas... ¿Tiene usted una de esas rarezas de antes y que hoy son muebles para poner los libros, el celular, las revistas, la pañalera, los churros que sobraron del colegio, la agenda donde está la dirección del amante y los recibos que encontró en su buzón...? ¿O tiene usted todavía una mesa donde sentarse con su familia a dar gracias a Dios por los alimentos...? ¡Vaya usted a saber...!
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