NO TEMAS, SOLO CREE...
¿Crees que vendrá?
¿Crees que le importamos?
¿Crees que puede hacerlo...?
El Principal de la sinagoga, Jairo está hablando con su esposa... Ellos nunca han hablado con Jesús. Cuando él necesita algún favor de Dios a donde se dirige es a la sinagoga, no a Jesús. Él va al Templo pero no al Señor del Templo... Su tradición le dice que solo Dios puede ayudarles en el problema en que han caído. La enfermedad tocó la puerta de su casa y ahora no saben qué hacer. Jairo, como buen judío, madrugó a hacer sus lavatorios, oraciones e imploró el favor de Dios pero su hija sigue de mal en peor. La fiebre no deja su cuerpo, al contrario, ha ido en aumento y la cosa se pone fea cada vez más...
Su esposa y él han estado evaluando la posibilidad de ir a buscar a Jesús. Dicen que hace milagros. Que ha resucitado muertos y sanado enfermos. Y ellos tienen una hija enferma. Pero lo que han visto es que Jesús siempre ayuda a los pobres, a los necesitados y olvidados por la sociedad. Jairo ni es pobre, ni olvidado, pero hoy sí es un necesitado... No importa lo que haya que hacer, su hija es lo más importante en este momento. El orgullo y la posición no le han ayudado y es cuando decide ir a buscarlo...
Lo encuentra rodeado de una multitud de indigentes, pobres y hambrientos. Logra llegar hasta Él y le pide que vaya a su casa a sanar a su querida hija que está enferma. Jesús le dice, vamos, yo voy contigo... En este momento Jairo dirige a Jesús. Lo lleva corriendo detrás de él ya que su angustia es muy grande. De pronto Jesús se detiene. Algo ha llamado su atención. La gente rodea a Jesús que está hablando con una mujer. Jairo que ya lleva varios metros delante de Jesús se detiene sorprendido y algo molesto. ¿Quién será en este momento más importante que su hija? ¿Quién se interpondría entre ella y Jesús...? Jairo está cayendo en dudas... Seguramente no le importamos... Posiblemente no quiere ir a nuestra casa... Quizá no pueda sanar a nuestra hija...
Usted conoce la historia. Llega un sirviente de Jairo y le dice algo al oído: No molestes más al maestro, tu hija ha muerto... La palidez del rostro de Jairo le envía un mensaje bien claro a Jesús. Llegó el momento de cambiar de lugar. Al principio Jairo dirige a Jesús. Ahora Jesús dirigirá a Jairo. No temas, Jairo, cree solamente...
¿Creer qué, Jesús? ¿Como se cree en este momento de angustia? ¿Creer en quien? Mi hija está muerta, Jesús, mi esposa está destrozada... y tú, Jesús, no has querido llegar a mi casa, ya es tarde Jesús... ya me embargaron el sueldo, ya llegó la citación del banco para que entregue la casa, el cáncer ya se volvió metástasis, mi pareja ya firmó el divorcio, mi hijo ya se fue a la mara, mi hija ya abortó... ¿Por qué dejaste morir a mi hija, Jesús...?
Pero aquí cambian las cosas... Jesús ya no sigue a Jairo. Ahora Jairo sigue a Jesús. Y llegan a su casa. Y usted sabe el resto. La niña no está muerta, solo duerme y Jesús la despierta... Denle de comer... les dijo, la niña tiene hambre...
¿Llegó Jesús? Claro que si. ¿Le importó el caso de Jairo a Jesús? Claro que si. ¿Pudo hacerlo otra vez? ¡Por supuesto! ¡Ah! y tenga por seguro que lo volverá a hacer...
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