TUVE MIEDO...

Adán ha pecado. Hizo lo que nunca debió hacer: desobedeció a Dios.
Y eso le trajo consecuencias muy dolorosas... Dios le reprende. Lo expulsa del Edén y lo envía a trabajar la tierra. Dentro del Jardín no tiene que sudar, todo lo tiene por la Gracia y Misericordia del Señor. Es un vergel lleno de exuberantes frutos y alimentos que Dios le ha preparado. Pero ahora tiene que afrontar las consecuencias de su desobediencia...
 
Pero antes, un poquito antes de salir del huerto y encontrarse con los cardos y espinos que tiene que vencer para ganarse el pan de cada día, tiene un encuentro doloroso con la realidad. Un encuentro que Dios ha tenido que confrontar con él, porque él, Adán, sencillamente no sabe como arreglar.
 
Después de pecar junto a su esposa, Adán sabe que algo se ha roto entre ellos y Dios. Sabe que ya no podrá ser el mismo. Sabe que su posición de confianza ante el Creador ha disminuido terriblemente. Y hace lo único que se le ocurre... entra en pánico y se esconde. Se esconde entre los árboles del huerto. Como niño asustado pretende esconderse de la Presencia del que todo lo sabe y todo lo ve. Y Dios lo llama y Adán responde. No tiene a donde ir. David dijo lo mismo: ¿A donde me iré de tu Presencia? Lo mismo quiso hacer Saúl: se escondió para que Samuel no lo encontrara y lo nombrara rey de Israel. Esconderse es lo que hacen los que pecan. Corrijo: escondernos es lo que hacemos los que pecamos... Nos escondemos porque tenemos miedo. El miedo nos hace hacer cosas inverosímiles. El miedo es capaz de matarnos. El miedo nos hace pecar y cuando pecamos nos escondemos...
 
Hoy no nos escondemos entre los árboles...
 
Nos escondemos en semanas laborales de ochenta horas. Nos escondemos en las rabietas del carácter. Nos escondemos en la depresión. Nos escondemos en las salas oscuras de los cines. Nos escondemos detrás de un vaso de cerveza. Nos escondemos en una oficina llena de gente y música estridente. Nos escondemos detrás de un periódico... Nos escondemos en una relación extramatrimonial...
 
Nos escondemos en la religión.  Buscamos las paredes de la Iglesia para escondernos de Dios. Para hacerle creer que no hay problema, que todo está en orden. Nos escondemos detrás de los himnarios y de las Biblias que no leemos, pero nos escondemos... Porque tenemos miedo.
 
Tenemos miedo, nos escondemos y evitamos el contacto con Dios... Y no queremos creer que Él nos está buscando para poner paz en nuestras vidas. No queremos creer que Él pregunta por nuestro nombre no para consumirnos sino para perdonarnos. Nos busca no para enviarnos al infierno sino para sacarnos de él.
 
Por eso tuvo que venir Jesús... Para darnos vida y vida abundante... ¡Ah!, pero también vino para llevarnos de regreso al Padre y al Jardín del Edén a disfrutar todo lo que preparó para nosotros desde antes de que naciéramos.
 
Así que dejemos de tener miedo. Ya no nos escondamos entre los árboles de la vida... De todas maneras Él nos encontrará y no nos dejará hasta que haya cumplido su Agenda.
 
 

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS