LOS DIPLOMAS EN LA PARED

Los diploma son importantes para nuestro crecimiento.
¿Quién no ha deseado ganarse un diploma?
Desde pequeños, ya en nuestros primeros años de escuela hemos sido premiados con diplomas. Y si tuvimos suerte que nuestros padres llegaran a ver nuestros logros, ellos, orgullosamente, llevaban al salir del acto, el diploma que nos dieron en aquella ocasión. Algunos los guardaban y se perdían entre los papeles de la casa... otros, inmediatamente compraban un marco y los colgaban en la pared como un recordatorio del logro de su pequeño. Lo colgaban para mostrar a las visitas de lo que su hijo o hija habían logrado. O lo ponían en su cuarto para que su niño o niña recordara que era capaz de lograr metas...
Esos diplomas nos incentivaban para ir más alto, más rápido, mas lejos... como fue el lema de unas olimpíadas.
 
Los diplomas son una muestra de lo que podemos lograr. Y son reconocimientos que otros nos dan como una acción de gracias. Tengo la costumbre, como pastor, que cuando me dan un diploma o placa o algo que muestre el agradecimiento por mis servicios a otras congregaciones, los llevo y los cuelgo en una pared de nuestro templo. No me pertenecen, son del Señor. Por lo tanto es en la Casa del Señor donde deben estar. Cuando logro algo bueno y me lo reconocen, es a Él a quien se lo están dando. No me gusta abrogarme ni adueñarme de lo que no me pertenece. Esos diplomas y reconocimientos hablan de lo que Dios puede hacer en las vidas de otros.
 
Los diplomas hablan...
 
Y hay una pared muy, muy grande donde cuelgan unos diplomas que hablan de la Misericordia, del Poder y del Amor de Dios...
 
Es el cielo...
 
Allí, cada mañana usted puede ver cómo cuelga el amanecer. Cada día muestra un diploma diferente. Cambian los colores, los motivos y los marcos.
Allí, cada tarde, usted puede ver cómo en los celajes del sol cuando se oculta pinta en el cielo la Obra del Creador. El pincel del sol muestra la Grandeza de nuestro Dios que lo hizo... Para que hablara de Él...
Allí, cada noche, usted podrá observar la luna, con su luz refrescante, enmarcada en una noche llena de estrellas como diciéndonos que Dios, aún en las tinieblas nos brinda un poco de claridad...
 
Cuando vaya a la playa, observe esa inmensidad de agua que es el mar enmarcado en medio del horizonte, donde se pierde la vista y se une el cielo y el agua...
Cuando se despierte cada mañana, escuchará los diplomas en el aire a través de los cantos de las aves que recuerdan que Dios las alimenta y lo primero que deben hacer es alabarlo... aún antes de comer.
Cuando abra sus ojos cada día, observe a sus hijos, a su esposa, su cuerpo... todos ellos, usted mismo, es un diploma que habla de la Bondad de Dios...
 
Los diplomas son importantes... aún para Dios mismo. Usted es uno de ellos. No hay porqué preocuparse. Dios envió a su Hijo a morir en una cruz... y su galardón fuimos nosotros. Sus diplomas colgados en la Eternidad...

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