DOS VOCES...

Normalmente estamos expuestos a escuchar dos voces cuando se trata de algo importante. La duda y la fe. El temor y el valor. La sanidad y la enfermedad. Prosperidad y pobreza. Vivimos en un mundo dual. El bien y el mal conviviendo juntos.
Lo difícil, cuando estamos en crisis es saber quién nos está hablando. O a quien le vamos a creer. La fe dice que sí se puede. El temor nos dice que no hay salida. La enfermedad nos dice que no se va a quitar, la sanidad nos dice que hagamos lo imposible por creer. La pobreza dice que así nacimos, que nos conformemos... la Palabra de Dios dice que digamos que somos ricos.
Antagónico, ¿cierto?
Así está Jairo en los momentos en que había dejado a su hijita enferma en cama. Su esposa indudablemente se quedó a su lado aplicando compresas húmedas en la frente de la niña para ayudar a bajar la fiebre que la ha estado atormentando toda la noche. No ha comido ni probado bocado desde el día anterior y ya se nota el deterioro de su salud. La madre está angustiada. Todo se ha paralizado y los médicos no dan ninguna esperanza. Solo un milagro puede resolver la situación. Solo un milagro... La esposa, anhelante y desvelada por la aflicción de ver a su pequeña en el estado en que está, le pide al principal de la sinagoga que vaya a buscar ayuda a otro lugar. Que mueva cielo y tierra para encontrar a Alguien que sea capaz de detener la amenaza de la muerte... Seguramente han oído hablar de un Rabino que hace milagros con los que están desamparados y solos. La "casualidad" quiso que esa misma mañana se apareciera por sus contornos. Así que Jairo, en persona, busca al Maestro. No duda en humillarse ante Él para hacerle la petición que está a flor de piel: La sanidad de su hijita.  Jairo lo busca. Jesús lo espera. Jairo cree que Jesús puede sanar, Jesús sabe que debe resucitar... Jairo presenta su petición ante el Señor y Jesús le dice que irá a ver a su enferma... Pero sucede algo que también es importante: una mujer necesita atención y Jesús se la da. Jairo tiene que esperar, tiene que tener lo que cuesta en esos momentos: paciencia. La angustia aprieta el corazón, todos los músculos de Jairo están tensos. La vida de su hijita se escapa segundo a segundo y no sabe qué sucederá en el segundo siguiente... Llega un mensajero. Mejor escuchemos lo que dice Lucas en su relato de esta historia narrada en el capítulo ocho... "Mientras estaba todavía hablando, vino alguien de la casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro". Jairo siente que todo se ha perdido. Escucha el murmullo de las voces alrededor de Jesús y de él mismo. La vista se le nubla y sus piernas empiezan a temblar. Un profundo dolor se apodera de su interior y empieza a darse la vuelta para ir al encuentro de su realidad... su hija ha muerto. Que el Maestro ya no vaya. Ya no hay nada que hacer. Jairo escucha la voz de su mensajero y le cree.
Pero Jesús también escucha la noticia y le habla a Jairo. Solo que Jesús le dice lo contrario..."Pero cuando Jesús lo oyó, le respondió: No temas; cree solamente, y ella será sanada." Jairo se detiene y algo muy profundo en su interior le dice que espere, que el Maestro aún puede hacer "algo".
 
Dos voces. Dos mensajeros. Dos noticias. Una de muerte, otra de vida. Usted conoce el final de la historia. Usted, en algún momento también escuchará dos voces. ¿Cual creerá?

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