¿BUENO? ...¿YO...? (Mr. 10:18, 1a. parte)
Llamar " bueno" a alguien tiene sus riesgos.
La mayoría de las veces lo hacemos con personas que nos caen bien, que nos hacen un favor o porque hay empatía hacia ellos.
Y, lo doloroso de todo esto es que después, algún día, esa persona nos dejará solos, se va de nuestro lado y se olvidará de nosotros...
El joven rico de la historia se acerca a Jesús y le da ese título.
Esperaba que al decirle "bueno", Jesús le diera la respuesta que deseaba oír, pero Jesús le sale con algo totalmente distinto...
¿Por qué me llamas "bueno"? Solo Dios es Bueno. ¿O es que me estás reconociendo como Dios? ¿O es que estás publicando que Yo Soy Dios?
Hoy mi esposa predicó un mensaje sobre este personaje del evangelio de Marcos. Estuvo muy emotivo y me dio la premisa para escribir algo de esto y usted lo está leyendo. Muchas veces nos acercamos a alguien para pedirle algo a nuestro favor. Y empezamos como el joven mencionado... sobamos la leva, como se dice. Actuamos hipócritamente y nos lanzamos a adornar nuestra relación con ese alguien para lograr algo para nosotros mismos. Somos egoístas y egocéntricos. Abonamos la relación porque nos conviene. Halagamos para conseguir nuestros deseos. Mentimos y adornamos nuestras palabras...
Es como aquella niña que, cuando el papá llega a casa, sorpresivamente lo recibe con besos y abrazos... nunca ha actuado así y el padre se pregunta... ¿cuánto me costará ese beso y ese abrazo...? Porque sabe que detrás de aquellas manifestaciones de "cariño" llegará la petición de la hija.
Y lo mismo hacemos con el Señor: Le cantamos, levantamos las manos, ponemos ojitos tristes y cara de "pregúntame qué tengo". Vamos a la Iglesia y extrañamente no queremos salir de allí. El Señor nos conoce y sabe que hemos ido porque necesitamos algo... menos ser sinceros. Porque lo que a Él le agrada es que nos dé o no, estaremos allí para adorarle, para declarar sus Bondades, para gritar a los cuatro vientos que Él es el Señor. Que, como Job, no importa que nos pida, no importa que nos quite, no importa que haga con nuestras vidas, siempre declararemos que Él es Dios y nada más...
Lo que al Señor le agrada es que lo busquemos personalmente para amarle, para obedecerle y darle lo mejor de nuestras vidas... ¿Acaso Él no nos dio lo Mejor? Nos dio a su Único Hijo para morir en una cruz para darnos vida. Él espera que, a cambio le entreguemos esas cosas feas que nublan nuestra visión, esas cavernas de nuestro interior donde se esconden las cosas más bajas de la pasión humana. A cambio de lo que nos dio, Él espera que le entreguemos nuestro mejor canto, nuestras debilidades y, por sobre todo, que le demos el Señorío sobre nuestras vidas...
Pero la mayoría de las veces, es más fácil decirle como el joven rico... Eres "bueno", Señor, por eso vengo a visitarte, y, de paso, vengo a pedirte la vida eterna...
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