AMANDO A LOS DIFICILES...

Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo y los consuma...?
 
Señor, te invito a una cena en mi casa, estarán mis amigos y conocidos... ¿irías?
 
Y Pedro, sacando su espada, le cortó la oreja a Malco, un soldado  que iba a capturar a Jesús.
 
La lista es larga y sigue...
 
Qué difícil debió haber sido para Jesús amar a sus amigos. Unos querían hacer bajar fuego del cielo solo porque no quisieron recibir a su maestro. Eran los hijos del trueno. Hacían honor a sus nombres. Mateo lo invitó a cenar a su casa, rodeado de sus amigos publicanos como él. ¿Se imagina esa famosa cena? Unos hablando de prostitutas. Otros presumiendo de sus ilícitos negocios. Otros contando chistes colorados y otros criticando al gobierno. Y Jesús en medio de todos. Probando los bocadillos que habían puesto en azafates de plata... observando y siendo observado.
Pedro, sacando lo mejor de su carácter: violento y fielmente equivocado. Jesús le dice que guarde su espada y le recompone la oreja al soldado Malco. Malco queda impactado con ese gesto. Creo que ya no volvió a ser el mismo después de esa experiencia...
 
Gente difícil de amar. Duros. Excéntricos. Exigentes. Rudos e ignorantes del amor y la compasión.
 
Pero a través de los escritos de los biógrafos de Jesús vemos cómo Él pudo lidiar con todos ellos. Hizo lo que no pudo el imperio romano. Sacó lo mejor de ellos. Jesús no vio pescadores, vio valientes. Jesús no vio cobradores mañosos, vio modelos dignos de imitar. Jesús no vio violentos queriendo quemar a los demás... vio esforzados predicadores...
 
Por eso los amó. ¿Fue fácil la transformación? Nadie ha dicho que fue fácil. Pero tampoco fue imposible. Y Jesús es experto en seguir sacando lo mejor de cada uno de los que se cruzan en su camino. Como Moisés que soñaba con ser libertador de su pueblo y le quebró el cuello a un egipcio. Jesús lo trabaja cuarenta años en el desierto y a los ochenta lo nombra libertador. Ahora ya no quiebra cuellos, ahora derrama lágrimas de compasión. Como Rahab. Soñaba con hacer fortuna a base de vender su cuerpo... Jesús la transforma en salvadora de su familia y la injerta en la dinastía davídica. Como David que soñaba con ser adorador del Arca de Jehová y causó la muerte de Uza...
 
Jesús conoce nuestras intenciones y deseos. Él sabe que no podemos dar la talla y que aún tenemos "cositas" feas y escondidas que Él debe arreglar. Sabe que todavía echamos chispas cuando las cosas no nos salen como queremos. Él conoce nuestros pensamientos más escondidos y la perversidad de nuestra lengua. Sí, lo sabe. Pero nos ama. Nos ama aunque seamos de los difíciles, nos ama porque cree en nosotros y sabe que al final, sacará de nosotros lo mejor. Aunque duela, aunque tardemos, aunque por el momento seamos los difíciles... Él no se cansará de amarnos. Por una sencilla razón: Porque nos ama. Porque sí...

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