NO ES EL FIN...

...ES LO QUE SUCEDE CUANDO LLEGAMOS AL FIN.
 
Parece un galimatías pero no lo es. Acabamos de llegar al mes de diciembre del dos mil diez. Muy bien. Ya pasó. ¡Uff! al fin terminó el año. Pero debe usted saber que lo importante no fue haber llegado al fin de año. Lo verdaderamente importante es qué sucedió mientras llegaba al final...
Hablemos de nuestro regreso al Cielo.
Estuvimos en esta tierra un buen poco de años. Cristo nos salvó, nos redimió y nos llevará a Casa. Vamos a Cenar con Él y estaremos sentados a Su mesa. Ese será el fin de nuestro viaje. Cuando lleguemos nos sentiremos aliviados porque ya no habrá que pagar recibos de nada. Ya no sentiremos calor ni frio. Todo estará resuelto por el Señor... Pero... espere:
¿Qué sucedió en nuestras vidas mientras duraba el viaje?
¿Qué mejoras hicimos mientras estuvimos en esta vida?
¿A cuantas personas mejoramos en nuestro caminar?
¿Cómo dejamos a aquellos que se cruzaron en nuestro camino?
¿Qué áreas de nuestra vida mejoramos con el trato que tuvimos con la gente?
 
Estas y otras preguntas deberemos hacernos al llegar a Diciembre del dos mil once. Estamos empezando un nuevo viaje. Ya es enero y pronto pasará el olor a pólvora. Muy pronto pasará la alegría de estas fiestas. Los amigos ya no estarán con nosotros. El dinero ya no abundará en nuestros bolsillos. La mesa ya no tendrá las frutas de la temporada. El maquillaje se borrará y el peinado que nos hicimos en el salón se desarmará... Y entramos a enero del dos mil once para iniciar un nuevo periplo. Vamos rumbo, otra vez y si el Señor no viene, a otro diciembre. La pregunta del millón será...
 
¿Cómo llegaremos? ¿Con menos rencores? ¿Con menos sobrepeso? ¿Con menos deudas? ¿Con menos odios a nuestros hermanos? ¿Con más y mejor relación con el Señor? ¿Con más lecturas bíblicas todos los días? ¿Con más asistencia a la Iglesia? ¿Mejoraremos en nuestras ofrendas al Señor?
Porque en eso consiste el viaje.
Lo verdaderamente importante no será entonces llegar a otro diciembre. Lo importante de verdad será qué mejoras tuvimos mientras llegábamos...
 
La próxima semana iré a Guatemala a visitar a mi hija que cumple años. Iré en bus. El trayecto durará unas cuatro horas, me hospedaré en un hotel y al día siguiente la invitaré a un desayuno que será de una hora aproximadamente... al medio día regresaré a El Salvador.  ¿Tanto tiempo gastado por un desayuno? Sí. Tanto tiempo por un desayuno. Para Sheyla, mi hija, lo importante no será el desayuno sino el tiempo que invertiré en ir a Guatemala a desayunar con ella por su cumpleaños. Lo importante será qué haré en el trayecto.
 
Lo mismo pasa con Jesús. De llevarnos se encargará Él. De la Cena se encargará Él. De los gastos del viaje se encarga Él. Nosotros nos encargamos de dejar este mundo mejor que como lo encontramos. Y de llegar optimistas a Su Cena...

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