EL MANTEL... cosas que nos sorprenden
2º. Samuel 9:1-13
-¿Te sientes feliz con tu papel de mantel?
¡Claro!, mi oficio no lo cambiaría por nada del mundo.
-¿Duele el tratamiento para mantenerte blanco?
¡Sí!, pero vale la pena mantenerme con esa blancura que exige mi papel.
-¿No te aburre tu oficio?
¡De ninguna manera! Me siento feliz de hacer lo que hago.
-¿Aunque nadie te de las gracias?
No lo hago por ellos, sino por el que me utiliza.
-¿Cómo así?
Te contaré: Yo era un pedazo de tela enrollada en un rincón de la bodega. El lugar estaba oscuro y algo sucio. No tenía futuro. No tenía horizonte. No tenía esperanzas de salir de allí. Es más, según mi propia opinión, ese era el lugar donde yo había sido puesto para vivir, morir y deshacerme en hilachas mientras el tiempo transcurría. Vivía con otros rollos de tela de varios colores. Algunos lograron salir de allí y nunca más los volví a ver. Según me contaron mis amigos los rollos que regresaban después de quitarles algunos metros, ellos habían visto a nuestros amigos convertidos en cortinas para cubrir ventanas, otros los estaban luciendo como forros en sillones y en algunas sillas de los comedores.
Yo siempre suspiraba porque algún día me usaran para hermosear algún mueble de la casa, pero siempre pasaban de largo cuando los encargados de la decoración inspeccionaban nuestro lugar.
Y allí estaba yo, como dicen, vegetando, viviendo porque sí, sin mayores aventuras ni nada emocionante. Más que existiendo, subsistiendo. Abandonado y solo.
Hasta que un día
escuché una conversación entre los decoradores: "El Rey ha enviado a buscar al hijo de un amigo muy querido
" Y allí empezó la aventura más emocionante que jamás se me hubiera ocurrido que sucediera en mi vida.
Me sacaron del oscuro cuarto y me llevaron a un taller lleno de luz. Había mesas por todos lados donde varios cortadores trabajaban con sus tijeras y otros, sentados sobre taburetes, utilizaban sus máquinas de coser para ir formando lo que los diseñadores les ordenaban. Allí había varias telas que nunca había visto.
A mí me tocó un hombre tosco con unas tijeras grandes que empezó a utilizar contra mí. Al principio creí que me iba a destruir por completo ya que cortaba por todos lados, provocándome un dolor intenso. Veía como trozos de mí mismo eran quitados por las tijeras del cortador. Cuando creí que había terminado me pasó a otra mesa donde otro trabajador me puso un molde sobre mi lastimado cuerpo y dibujó algo que luego otro cortador con unas tijeras más finas empezó a moldear. Ya no dolía tanto aunque siempre me quitaba por aquí y por allá, hasta que terminaron los cortes.
Pero allí no termina todo: Me enviaron a un cuarto tremendamente caliente y me zambulleron en unos recipientes con agua hirviendo y químicos que utilizaron para blanquearme y darme una textura totalmente suave y tierna al tacto. Debo decirte que fue un tratamiento tremendamente duro, según yo que era para deshacerme pero estaba equivocado.
Luego de todo ese proceso que duró no sé cuanto tiempo, me llevaron al comedor del Señor de la Casa y conmigo cubrieron la mesa donde se iba a sentar el Rey, su Hijo y su invitado especial
y allí comprendí porqué fue necesario todo el proceso
Me prepararon para cubrirle un defecto al invitado: Era lisiado de ambas piernas y el Rey no quería que nadie lo avergonzara. Por eso me hicieron pasar por todo ese aparente dolor, para cubrirle las imperfecciones al protegido del Rey.
Según escuché en una oportunidad, creo que se llama Mefi-boset.
Ahora, cada vez que preparan la mesa para llamar al lisiado, al primero que buscan y ponen es a mí. Estoy contento con lo que hago, ya que cada vez que necesitan cubrir al lisiado, me lucen en esa mesa
Cuando terminé de platicar con el mantel me quedé pensativo
¿Será que debo aprender algo de ese mantel?
Usted que lee, ¿Qué opina?
Comentarios
Publicar un comentario