CUÉNTAME, HIJA.HABLEMOS

Han sido muchos años, Jesús... muchos años de soledad y dolor. De abandono y segregación...

No podía tocar a mi marido porque lo hacía ceremonialmente impuro.

No tenía derecho de adorar a Dios en el Templo porque mi enfermedad me cerraba el paso.

No podía cocinar para mi familia porque contaminaba los alimentos.

No podía dormir en mi cama porque ensuciaba la ropa y la contaminaba.

Hacía mucho tiempo que nadie me abrazaba porque los hacía impuros.

Pasaron muchos "Días de la Madre" sin recibir un regalo porque tenía prohibido ver a mis hijos.

No podía ir al mercado porque me era prohibido por la Ley tocar los alimentos.

Cuando me acercaba a la panadería todos salían al verme llegar y eso lastimaba mi autoestima.

Los sacerdotes ya sabían de mi "enfermedad" y evitaban mi contacto.

Los médicos se habían aprovechado de mí para lucrarse y dejarme peor que como llegaba.

He perdido todos mis bienes buscando la salud que nunca llegó.

He perdido el respeto de mi familia porque tuvieron que sacarme de casa.

Ya ni mis ofrendas y sacrificios eran aceptados por los sacerdotes.

Lo más doloroso: hasta mis padres me han dado la espalda…

Y… creía que hasta Dios se había olvidado de mí…Porque… ¿cómo explicar tanto dolor? ¿Cómo explicar tanta soledad en medio de tanta gente?

¿Por qué nadie se ocupaba de mi necesidad?

Por eso tuve que arrastrarme para tocar tu manto, Señor… Por eso… Porque cuando me contaron de todo lo que eres capaz, me jugué mi última carta. Mi última oportunidad eras Tú. ¿Viste? Te llegué por detrás porque temía que tus discípulos me evitaran llegar a ti. Por eso pensé que no necesitaba hablarte, solamente si lograba tocar tu manto, con eso creí que iba a ser suficiente. Además, ¿qué perdía si no sucedía nada? Después de haberlo perdido todo, ya no tengo nada que perder. Lo último que tenía era mi esperanza…Solo la esperanza fue capaz de impulsarme a mezclarme con el polvo con tal de probar por última vez si yo merecía un favor de Dios o no…Por eso me ves temblando. Tiemblo de temor, de miedo, de emoción, de alegría, de gozo… una mezcla de emociones llena mi vida, porque solo toqué tu manto y la fuente de mi sangre se secó. Se secó la fuente pero se humedeció mi corazón. Se secó la fuente pero reverdeció mi fe. Se secó la fuente pero resucitó mi vida. Se secó la fuente, pero revivió mi futuro…

Y, lo más hermoso, me has llamado "hija…"

…Todo esto fue lo que le contó la mujer a Jesús mientras el Principal Jairo esperaba su turno.

Entonces, ¿era importante platicar con esta mujer?

Y, ¿será importante platicar con usted? ¿Qué me dice…?

  

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