SOLO CREE (Hechos 16:27)
Es asombroso, sin afán de criticar a nadie, como le ponemos tantas trabas a quienes quieren creer en Jesús. Parece que nosotros mismos, los cristianos, especialmente los pastores, estorbamos que otros entren en el Reino de Dios aquí en la tierra.
Hemos levantado barreras teológicas que no permiten que los perdidos se salven. Hay un antagonismo entre lo que predicamos y lo que hacemos. Por un lado, campañas evangelísticas. Por el otro, cuando ya han aceptado a Jesús como su Salvador, empiezan las reglas que estorban... Que se quite el bigote. Que se baje las mangas de la camisa. Que el pantalón debe ser negro. Que use sombrero. Que se rasure la barba. Que no se ría porque la risa es del diablo. Que no se siente junto a una mujer en la iglesia. A la mujer, que no se maquille. Mientras más pálida mas santa. Que no se peine, el pelo debe estar talco... tal como amanece. Que no haga dietas, las dietas la llevarán al infierno. Mientras más gorda mejor. Que no respete al marido sino al pastor. Que puede abandonar su casa pero no la del Señor. Que tiene que llegar a todos los cultos del domingo. Todos los días de la semana. Que planche cuando le sobre tiempo, primero la sala cuna... reglas, reglas y más reglas...
¿Qué diría Pablo de nosotros si entrara a una de nuestras congregaciones y observara lo que sucede allí adentro?
Creo que saldría corriendo a buscar una Iglesia como las que él fundó. Una Iglesia basada en la Palabra, en la Biblia y no en decálogos humanos. Y no basada en reglamentos eclesiásticos. Y no basada en "yo creo que". Porque, mis amados lectores, eso es lo que tenemos hoy en día. Congregaciones que se reúnen a escuchar lo que dice el pastor pero no lo que dice el Señor. Nuestros mensajes están sacados del internet, de mensajes de otros, de libros motivacionales. Menos en los pasajes de la Escritura.
Bien dijo Pablo: si viene alguien con un evangelio diferente, sea anatema. ¡Duro! ¿verdad? Lo que está diciendo es que sea maldito quien predique lo que no dice la Palabra. Lo que no enseñó Jesús no se debe enseñar desde los púlpitos. Sin embargo, eso es lo que hacemos hoy en día. Se predica de todo menos de la Palabra de Dios.
El carcelero de Filipo tuvo la bendición de haber caído en las manos de Pablo y Silas cuando sucedió el terremoto. Si hubiera estado en una de nuestras congregaciones a saber como le hubiera ido al pobre. La pregunta que hace es interesante. Él no preguntó: ¿Qué cantos debo cantar para ser salvo? ¿Cómo debo vestirme para ser salvo? ¿Cuantos cultos debo visitar para ser salvo? ¿Como debo aplaudir para ser salvo? ¿Dónde debo sentarme para ser salvo? ¿Qué marca de jabón debo usar para ser salvo?. No. Su pregunta a los apóstoles fue clara y concisa. Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Consecuentemente la respuesta debía también ser clara y concisa: Ellos respondieron: Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa. Cree. Solo eso. Cree en el Señor Jesús. No en el pastor. No en el reglamento. No en las costumbres. No en la forma. No en lo que yo digo. No en lo que te digan. No en lo que piensen los demás... Solo cree en Jesús...
Ahora... antes de cerrar el telón, permítame enseñarle algo que nos pasa desapercibido la mayoría de las veces... Después que creyó en Jesús... dice la Biblia, no yo: Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. A TODOS. No solo a la esposa. No solo al marido. No solo a los hijos. Le hablaron a todos. Algo que nos está haciendo falta hoy en día, ¿no cree?
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