¿QUIEN TE GUÍA?
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Rom. 8:14
Mmmmmm, este verso nos saca de nuestros paradigmas cristianos. Mueve nuestra alfombra de la comodidad evangélica. Nos tambalea (si lo creemos), nuestras paredes de protección cristiana. Y, por supuesto, mueve nuestros conceptos teológicos. Por algo la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, entre otras cosas. Es perfecta. Sin errores. Inerrante. El problema somos nosotros y nuestra teología, por eso no aceptamos lo que dice aquí.
Porque... decirle a un estudioso y excelente alumno del Instituto Teológico que si no es guiado por el Espíritu de Dios no es hijo de Dios... nos meteremos en un problema. Nos dirá que estamos mal interpretando las Escrituras. Que somos herejes. Que somos del diablo. Que eso no es así. Que así no le enseñaron. Que allí no dice eso. Que se trata de otra cosa. En fin, muchas excusas más. Y a cuales más ridículas con tal de mantener su estilo de vida. Fracasado. Carnal. Mediocre. ¡Esto duele! Pero tenemos que ser francos y pragmáticos.
Un verso antes, Romanos dice: porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Y aquí tiene que estar la respuesta a la pregunta que motiva mi artículo: ¿Te guía el Espíritu Santo? ¿Es quien te enseña el Camino? ¿Te está llevando a donde Él desea, que es la Verdad? Porque según recuerdo, antes de irse al lado del Padre, Jesús dejó dicho: No los dejaré solos. Les enviaré al Otro, al Consolador. Él los guiará a Toda Verdad... Y este es el meollo del asunto, mis queridos sabios de lo Eterno...
Porque para que yo sepa que soy hijo de Dios, tengo que tener el testimonio del Espíritu Santo guiándome por el camino que debo andar. Y Él jamás me llevará al bar. Él nunca me llevará al motel a fornicar. Él no me dejará hablar palabrotas. Él no me permitirá tratar mal a mi esposa porque también ella es hija de Dios. El Espíritu Santo, quien me guía a la Verdad, nunca permitirá que yo vea pornografía. No dejará que mis ojos se vayan tras la lujuria, que desee otra mujer que no sea la mía. Él no dejará que disuelva mi matrimonio por irme con otra hermana... Porque eso no es la Verdad. La Verdad, así con mayúsculas, es Jesús. ¿Y qué dijo Jesús? Perdona. Perdona y perdona. Pon la otra mejilla. Anda la otra milla. Dale al que te maldiga. Viste al desnudo. Ama a mi Padre y a tu prójimo. Y tu prójimo amado consiervo, es el pastor que te cae mal. Es el siervo que no te gusta porque te dice estas verdades. Porque prefieres mantener tu estatus de teólogo antes de mantener baja tu cabeza para que el Espíritu Santo te enseñe. Que te enseñe el camino por donde Él desea llevarte.
Cuando un niño es pequeño, su padre tiene que llevarlo a la escuela. Lo lleva de la mano. Lo obliga a cruzar la calle de su mano. No le permite salir corriendo para que no ponga en peligro su vida. Evita pasar con él por calles peligrosas. Lo hace andar por donde él cree conveniente... por una sola razón: Porque es su hijo y porque lo ama. Por eso lo cuida. No lo deja solo...
¿Qué nos hace pensar que Dios es diferente? ¿Qué nos hace pensar que Dios nos dejará solos y perdidos en este mundo?
¡Aquí viene lo doloroso! Prepárate a leerlo despacito. Te dejará solo... si no eres su hijo. Dios no cuida bastardos.
¿Cambia esto tu perspectiva de lo que el Espíritu Santo quiere hacer en tu vida? ¿Quien te guía entonces, hermano...?
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