LEONES RUGIENTES Y LOBOS NOCTURNOS

Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes... (Sofonías 3:3)
¡Aquí mando yo! Es la palabra que se escucha en muchos de nosotros. Ya sea en el trabajo, la iglesia, el  hogar o el parqueo. El poder es un mal que todos deseamos. Unos lo logran a base de escalar posiciones en sus empresas. Otros, como se dice en Guatemala, "a la pura quien vive". Y habemos otros que lo hacemos amedrentando a los demás.
Un marero, por ejemplo, obtiene poder asustando y metiendo miedo a sus conciudadanos. Un pastor amenazando con enviar al infierno a los rebeldes. Un padre utilizando su edad y tamaño para asustar a su esposa y sus hijos. Un hijo lo obtiene amenazando a su mamá con irse de casa...
Todos anhelan el poder. El poder vigoriza. Nos hace grandes. Grandes cobardes. Grandes enanos. Porque la verdadera grandeza se obtiene siendo humildes. Pero los que desean y detentan el poder no lo saben. Creen que ser grande es tener poder para decidir qué hacer con los demás.
Otro ejemplo de demostrar poder es retener lo que le pertenece a otros. Por ejemplo hay empleadores que no pagan sus salarios a tiempo. Usan el poder de su chequera para mantener a raya a sus empleados. Les demuestra con esa bajeza que el que manda es él. También quien le retiene sus diezmos al Señor le están enviando un mensaje claro: Yo mando y te daré el diezmo cuando yo quiera... Al fin y al cabo es "mi" dinero.
Por eso es necesario que los líderes llamados por Dios tengamos claro que el poder per se, no se obtiene por ninguno de estos medios. ¿Quiero poder? Es natural. Pero deberé esperar a que sea el Señor quien me lo de. No tomarlo yo por mis medios. Provocaré dolor, amargura y rencores. Y haré daño a los demás. Y Dios me pedirá cuentas. Los que predicamos tenemos poder. El Poder de la Palabra. Y deberemos saber que cuanto más nos use el Señor más humildad debemos tener. Pero lea bien: tener, no mostrar. La grandeza se obtiene en la ruta del bajo perfil. Ya lo dijo Jesús: ¿Quieres ser grande? Hazte pequeño. ¿Quieres que te sirvan? Sirve primero. ¿Quieres que te honren? Honra primero. Es todo al revés de como lo hace el mundo. Tristemente también como lo hacen muchos en la iglesia...
Esta es la razón por la que Dios elige a los líderes que no sean candidatos para la tarea. Por eso Dios es el único Rey, la autoridad final y el árbitro del bien. Nadie puede sostener la espada del poder por mucho tiempo sin abusar de su fuerza y todo hombre que piensa que él es capaz de hacerlo sin rendirse en  humildad ante un Dios Santo es un tonto más grande que el padre de la mentira.
Los que nos llamamos siervos de ese Dios Celoso, Bueno y Tierno debemos mostrar sus atributos ante los demás. Especialmente a nuestros maestros y mentores. Así lo hizo Jesús con su Maestro y Mentor el Padre...
¿Cuál es la solución bíblica a la adicción de poder? Oración! Un líder que no está en conversación constante con el Padre es una bestia voraz en materia civil disfrazado. La oración nos hace humanos. Nos muestra los pies que tenemos, que son de barro. La oración nos aclara la visión de nuestra realidad. La falta de oración nos convierte en leones rugientes y lobos por la noche. El único antídoto contra el poder está en estar de pie en su presencia... a menudo.

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