LA MAYORDOMÍA

Ser mayordomos no es cosa fácil. Primero debemos aceptar que el mayordomo no es dueño de nada. Todo es del patrón.

Anoche fui a predicar a una actividad que organizaron los hermanos de la Iglesia de Cristo Visión de Fe de El Volcán de San Salvador. La actividad se hizo en la escuela que está dentro de una finca de café en las laderas del volcán. El pastor Lino me contó que la persona autorizada por los dueños para que se consiguiera ese local era el mayordomo de la finca. Esa persona tiene poder de decisión. Habló con la directora de la escuela quien se había negado en un principio a prestar el local. Pero, cuando el mayordomo habló con ella accedió inmediatamente a abrir las puertas... ¿Qué fue lo que influyó? La autoridad del mayordomo. Ella conoce perfectamente que ese papel es importante. Por muy directora que ella sea de la escuela, el mayordomo tiene toda la autoridad que los dueños le han dado. Así que no le quedó más remedio que obedecer. La actividad se desarrolló gracias a la intercesión del mayordomo...

Pero el mayordomo no es el dueño. Solo encargado de los bienes de esa finca. Ni un grano de café es de él. Ni una pulgada de terreno es de él. Puede andar por donde quiera, puede ordenar lo que quiera, puede hacer uso de los bienes... pero no es el dueño. Es el hombre de confianza del dueño... Como usted y como yo. Somos mayordomos, no dueños.

Sin embargo, ese mayordomo hizo uso de la autoridad que tiene para abrirle las puertas de la escuela a un pastor. Dio de algo que no era suyo. Utilizó su influencia para bendecir una comunidad. Utilizó los bienes del dueño para que el Señor visitara aquel lugar. ¿Se estará preparando ese mayordomo para ser dueño algún día de una finca de café? ¡Indudablemente! Según los principio de la Escritura, ese mayordomo está aprendiendo a dar... para tener lo que un día será de él. ¿Acaso no dice la Escritura: Si no eres fiel en lo ajeno cómo te darán lo propio? Ese rengloncito de la Palabra es la clave para que algún día yo tenga mis propias cosas. Siendo fiel con lo ajeno. Y resulta que todo lo que tengo es ajeno. Si soy fiel con esas riquezas ajenas... un día tendré las mías... Cuando queremos algo en la vida, una de las mejores formas de atraerlo es demostrando a nuestro Creador que nos podemos ocupar de lo mismo cuando pertenece a otra persona. Si quieres un hijo, cuida del hijo de alguien más; si deseas una casa, ayuda a otro a obtener una casa; si quieres un alivio para tu dolor, desaparece el dolor de otra persona. Entonces, nuestro Creador se asegurará de que alguien se ocupe de nosotros.

En nuestra congregación enseñamos un principio con los ancianos. El Ministerio Sara, que está dirigido por un matrimonio de la congregación, se ocupa de llevar a pasear a los ancianos que no son llevados por sus familiares por falta de tiempo, recursos o por descuido. Todos ofrendamos y colaboramos para que el ministerio lo haga, con un fin: Cuando seamos ancianos... alguien se ocupará de nosotros. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS