EL PERDÓN...

"Perdona nuestras deudas, así como nosotros personamos a quienes nos deben." Mateo 6:12

Esta palabrita la hemos reducido a los pecados pasados, presentes y futuros. Debo decirle algo: Me disgusta que se enseñe que, como Jesús vino a cumplir la Ley ya no tengo porqué vivir en santidad. Estoy en la Gracia y eso es todo. Ya no debo nada. Y esa enseñanza está llevando a muchos a vivir con un pie en la iglesia y el otro en el mundo. Simbiosis aberrante. Esta oración de Jesús va mucho más allá de solo pecados... Veamos:

Solo existen dos términos críticos en cuanto a una deuda: quién y cuanto. Sin  esos dos términos, la deuda no significa nada. Así que hagamos las preguntas obvias. En la oración del Señor, ¿a quién debo y que es lo que debo? Como la oración está dirigida a Dios el Padre, la respuesta a la primera pregunta es obvia. Mi deuda es con Dios. Yo le pido que perdone algo que yo le debo. Pero la respuesta a la segunda pregunta requiere un poco más de pensamiento. ¿Qué le debo yo a Dios?

Súbitamente se corre la cortina. La respuesta es: ¡todo! Debo mi aliento, mi salud, mi vida, mis brazos, mi protección, mi provisión, mi trabajo, mi esposa, mi casa, mis hijos, mi mente, mis talentos, mis esperanzas y mis sueños. Todo lo que tengo es un préstamo del Padre. Sin Su benevolencia, yo no existo. Le debo todo lo que soy. ¡Esa es una deuda difícil de pagar! Vida por vida, dice el Antiguo Testamento. En un instante lo comprendo todo. El pago de ésta deuda requerirá mi vida. Debo regresar lo que El me ha dado. Para pagar, debo morir.

 Mi condición como Su deudor nunca cambiará. No tengo forma de pagar ésta deuda sin morir. Si he de vivir, El tendrá que perdonar lo que le debo. Y El está dispuesto a hacer esto. . Claro que esta historia tiene un pequeño giro. El perdón requiere substitución. Verás, el registro no se puede borrar.  Si lo hiciera, el balance no cuadraría. El capital necesario tendría que venir de algún otro lugar. Y viene. Dios mismo paga. El muere por mí. Pero... ¡un momento!  No lo hemos cuantificado como se debe. Eso es sorprendente. ¿Puedes imaginar como sería perdonar una deuda así a nuestro nivel? El deudor permanecería para siempre agradecido, para siempre humilde, para siempre su siervo voluntario en gratitud. Cuidaría mucho de no volver a endeudarse voluntariamente. Nos serviría continuamente sin esperar nada a cambio. Su gratitud estaría reflejada en todos sus actos hacia nosotros. Estaría atento a qué necesitamos para hacerlo rápidamente sin esperar órdenes... Claro, si esa persona está consciente de la deuda que se le ha perdonado. Y si es agradecida. Solo si es agradecida... ¿Era esto lo que tienes en mente cuando repites éstas palabras? ¿Creíste que solo hablaba de "pecados"? Quizá sea un buen día para revisar nuestro estado de cuentas con el Creador y notar que todo, todo lo que tenemos, lo que somos, se lo debemos a Él.

Comentarios

  1. Gracias por compartir estas revelaciones de la palabra con nosotros, sin lugar a duda la lección más grande que he aprendido en estos 15 años de Visión de Fe, es que TODO se lo debemos a El, bendigo su ministerio por no escatimar fuerzas, tiempo, en fin todo lo que ustedes han sembrado en nosotros por amor a nuestro Señor.
    Los amamos!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS