DE TAL MANERA AMÓ DIOS...

Juan 3:16 es el verso más conocido del mundo. Aún los que no aceptan que Jesús es el Hijo de Dios y que vino a la tierra a redimirnos del pecado lo saben. Este texto lo llevan en cartulinas a los estadios, lo enseñan en la TV, lo ponen en letreros grandes en las paredes de las iglesias y un sin fin de formas más. Juan 3:16 es el estandarte de los cristianos. Pero también el menos comprendido. Esto, por supuesto, golpea a los teólogos de seminario. Porque la enseñanza es que Dios amó de tal manera que dio a su Hijo para que todo aquel que crea en Él no se pierda... y que se vaya al cielo y no al infierno.

Pero le tengo otra traducción. Y es lo que los sabios enseñan: De tal manera amó Dios el orden que envió a su Hijo para que todo aquel que en Él crea, no se pierda en el desorden... Interesante, ¿verdad? Esto cambia radicalmente todo el panorama. Pero por favor, no se confunda. Déjeme terminar la idea. Cuando yo acepté a Jesús como mi Señor y Salvador, Él cumplió en mi vida lo que vino a hacer a la tierra. A redimirme. Pagó el precio por mis pecados y todo lo que la Palabra dice. Pero después de convertido a los caminos del Señor, empieza un proceso de ordenar mis pasos. Y allí está el meollo del asunto. Allí empieza lo doloroso. Porque cuando llegamos a los caminos del Señor... ¿cómo estábamos? ¡En un completo desorden! Desorden financiero. Matrimonial. Familiar. Laboral. Inmoral. Y muchas linduras más.

Pero llegó Jesús con su otra misión: ordenar mi vida para darme un mejor futuro. Ya mis caminos no son Sus Caminos. Ya mis pensamientos no son Sus Pensamientos...La santidad que según yo tenía, no sirve para cumplir Sus propósitos. Hay que cambiarla por una original. Si tenía dos mujeres, tengo que dejar una. Aunque no me guste. Es el orden. Una ayuda para Adán, no dos. Mucho menos tres. ¿Robabas? pregunta Pablo. Ahora ya no lo hagas. Trabaja para ganarte el pan. Pero lamentablemente eso no lo enseñan los pastores de hoy. Hace cincuenta años se dejó de hablar de la Santidad. Ya no se predicó contra el pecado. Ya no se enseñó a ser fieles en el matrimonio. Ya no se enseñó a la mujer a vestirse adecuadamente a su edad. A los hombres no se les predicó la honestidad y la rectitud. Al contrario, se glorificó el machismo. La liberación femenina. La libertad de la gracia.

Y Dios, que sigue siendo el mismo de ayer, envía a Jesús a morir en la Cruz pero no para que sigamos en nuestras viejas maneras de vivir. Por eso tiene que tomar acción. Y tiene que empezar a hacer recortes de todo lo que nos provocaba al desorden. ¿Tu trabajo te desordena la vida? ¡Fuera! ¿Tú estás desordenando tu familia? ¡Quítenle a su familia! ¿No estás respetando a tu esposa? ¡A la calle! ¿Estás robando o secuestrando en el ejercicio de tu trabajo? ¡A la cárcel!... Pero, ¿qué está sucediendo? Nada. Simplemente que Dios está ordenando tu vida.  Existe una razón por la que Dios aleja a los israelitas de Canaán y los lleva al desierto. Existe una razón para dejarlos allí por cuarenta años. Tuvo que sacar de ellos el deseo de regresar a los engaños de la esclavitud egipcia. Tuvo que remover el falso sentido de seguridad que viene de lo familiar. Y te tengo malas noticias: Dios sigue llevándonos al desierto todavía para traer orden a nuestra existencia. Dios no es Dios de desorden dijo alguien... Dios es Dios de orden. Y tu vida vale mucho como para que se pierda en el desorden...

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