ANTROPOMORFISMO... ¿SE ARREPIENTE DIOS?

Jonás comenzó a recorrer la ciudad camino de un día, y proclamaba, diciendo: Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada. Y los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por decreto del rey y de sus grandes, diciendo: Ni hombre ni bestia, ni buey ni oveja prueben cosa alguna; no pasten ni beban agua, sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios con fuerza, y vuélvase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. ¡Quién sabe! Quizá Dios se vuelva, se arrepienta y aparte el ardor de su ira, y no perezcamos. Y vio Dios sus acciones, que se habían apartado de su mal camino; entonces se arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

 La metafísica y la Alta Crítica Teológica nos dicen que Dios no cambia. La Biblia dice también que Dios no cambia... Y eso se nos ha enseñado desde siempre. Sin embargo aquí tenemos un pequeño y gran problema: Jonás mismo se quedó con la boca abierta cuando se dio cuenta que Dios cambia sus designios... cuando el hombre se arrepiente y se vuelve a Él. ¿Qué se pone en juego aquí? ¡Su Misericordia! No es su Honor. No es Su Palabra. No es la teología. Es Su Inmenso e incomprensible amor por todos nosotros. Y los ninivitas no fueron la excepción. ¡Ufff! Se salvaron.

El verbo en tiempo futuro en la frase: "¿Quién sabe?" es un verbo con el más amplio paraguas de los significados posibles. Es la expresión adecuada del rey de Nínive. De cualquier manera, por cualquier medio, en cualquier escenario posible, alguien puede saber si Dios se arrepiente. En realidad, Jonás sabe. Es por eso que no quería predicar el mensaje de Dios en Nínive. Jonás sabe que Dios se arrepiente y tendrá piedad de Nínive. Jonás sabe que Dios va a cambiar su mente y alterar la profecía. Con las acciones adecuadas de los hombres, la profecía nunca tuvo la intención de hacerse realidad.

Imagínese si Jonás hubiera llegado a Nínive proclamando que Dios es inmutable, impasible y omnisciente infaliblemente. Dios nunca cambia. De nada sirve el arrepentimiento, la suerte de Nínive se sella en la inescrutable voluntad de Dios. Dios sabe antes que nadie que Nínive y el pecado serían castigados. Bajo este escenario, la pregunta del rey es absurda. Sólo hay uno que sabe, y Él no cambia su mente.

Antes de envolverse en las implicaciones filosóficas y teológicas de las doctrinas desarrollados mucho tiempo después del viaje de Jonás a Nínive, hágase esta simple pregunta: ¿Dios cede? ¿Qué clase de Dios tenemos si las acciones de los hombres no hacen ninguna diferencia en absoluto a Su Voluntad? Tal vez, en lugar de construcciones teológicas,  deberíamos leer la historia evidente en el texto. Por mi parte, estoy muy contento de que Dios se arrepiente. ¿Y usted?

Por eso estoy seguro que no me ha consumido. Que, a pesar de mis pecados y faltas a la moral y a la ética Él me sigue dando oportunidades. Porque Su Amor es tan grande que no lograremos conocerlo a cabalidad en toda nuestra vida. Cualquier cosa buena se puede esperar de un Dios que espera el arrepentimiento nuestro. Por eso sé que cuando tengo un problema y lo busco en oración, aunque yo no lo merezca, sé perfectamente, como Mardoqueo, que de Algún Lugar vendrá mi socorro... Y mi socorro... viene de Jehová. Sí, mis queridos, Dios cambia su Mente cuando ve nuestras lágrimas de dolor por haberle fallado...

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