NO ERAN TREINTA Y TRES, ERAN TREINTA Y CUATRO
El fenómeno del año: la supervivencia y rescate de los mineros de Chile. Noticia que le dio la vuelta al mundo. Aprendimos mucho sobre el deseo innato del hombre de sobrevivir en condiciones adversas. Es esa chispa divina que Dios puso en el hombre para luchar por la vida. Eso nos demuestra una cosa: El amor más grande que tenemos en nosotros es el amor a nosotros mismos. Amamos la vida. Rechazamos el dolor. Y, si lo soportamos es porque deseamos fervientemente aferrarnos a la vida.
Eso fue lo que mantuvo vivos a esos treinta y tres valientes... El deseo de vivir. De volver a ver la luz. De volver a sentir el aire fresco y vivificante del exterior.
Bueno... Pero ¿qué dijeron cuando salieron? Nos llevamos buenas sorpresas: Algunos no dijeron nada. Estaban impactados. Otros hablaron hasta por los codos dejando salir el estrés del encierro. Otros lloraron. Pero lo que me impactó a mi en lo personal es algo que dijo uno de ellos: No éramos treinta y tres. Éramos treinta y cuatro. Cuando escuché la frase me quedé pensativo. ¿Cómo fue que este minero se mantuvo en vilo, esperando que ese treinta y cuatro actuara? Ya lo vimos todos: en sus chalecos especiales tenían el nombre de Jesús y un verso de la Biblia. Pero lo que expresaron los labios de este hombre que volvió a la vida marcó una diferencia notable. Siempre estuvo seguro que si vivieron fue porque Alguien Invisible estuvo con ellos. No, no fueron treinta y tres los mineros enterrados. Fueron treinta y cuatro. Tuvo razón al expresarlo de esa manera... Porque en la Escritura lo dice: "...Yo descenderé contigo y yo te haré subir..." (Gén. 46:4).
Es una de las promesas más maravillosas para todos los que creemos en Él. Porque si Él con nosotros ¿quien contra nosotros? El problema es que como no lo vemos físicamente no podemos concebir que Él está a nuestro lado. Que nos acompaña en esos lugares oscuros y tenebrosos en los que debemos transitar de cuando en cuando para madurar, para dar la estatura correcta, para experimentar Su Amor y Compañía. Porque lo prometió claramente: Estaré con ustedes todos los días... No importa donde estén, allí estaré. No importa como estén... allí estaré. ¿No es maravilloso?
Si el minero chileno experimentó que el número treinticuatro estaba con ellos, tuvo la certeza que no estaban solos. Que nos lo iba a abandonar. Que iban a salir de ese problema. Y es una buena invitación para nosotros que no estamos enterrados en una mina chilena... pero quizá estamos enterrados en una deuda. En un hospital. En un divorcio. En un embarazo. En un desempleo. En un conflicto de pecado. No importa dónde ni como estemos... también tenemos la compañía de Alguien que prometió nunca dejarnos.
Ya lo vimos con los mineros chilenos. A ellos les cumplió su promesa de nunca dejarlos solos... ¿qué impide que nos cumpla a nosotros también...?
Qué gozo saber que Él está con nosotros día a día ayudandonos, es de gran fortaleza porque nunca nos deja ni aboandona, Gloria A su nombre,
ResponderEliminarGracias Pastor Berges, por tan alentadora y llena de esperanza meditación